Desafíos Económicos: Inversión, Capacidad Excedente y Productividad en el Horizonte

Desafíos Económicos: Inversión, Capacidad Excedente y Productividad en el Horizonte

Desde el año 2000, la productividad laboral en España ha crecido apenas un 0,3% anual, según datos de EuKlems. En contraste, Alemania alcanza una cifra cercana al 1%. Aunque parezca una diferencia mínima, acumulada durante un cuarto de siglo, esta brecha se traduce en significativas disparidades salariales entre ambos países.

Detrás de los Números: ¿Por Qué la Productividad en España se Ha Estancado?

El debate sobre la productividad a menudo se queda en lo superficial, utilizando estadísticas para señalar problemas sin profundizar en sus causas. Explicar no es excusar; es crucial para centrar el diálogo y facilitar decisiones efectivas.

Existen múltiples factores que se apuntan como culpables: el tamaño reducido de muchas empresas, la alta temporalidad laboral y la escasa inversión en Investigación y Desarrollo (I+D). Si bien estos aspectos son ciertos, no abarcan el panorama completo. Un análisis más exhaustivo de la economía española revela patrones que muestran que la falta de crecimiento ha sido un fenómeno recurrente a lo largo de los años, desde que comenzamos este milenio.

Entre 2000 y 2007, España experimentó un «milagro económico» con un crecimiento anual del PIB superior al 3% y una reducción del desempleo. Sin embargo, este crecimiento era frágil. Se invertían grandes sumas de dinero, pero no en áreas que realmente elevaran la productividad. Mientras una empresa alemana destinaba un euro a software o patentes, una española optaba por mezclar cemento o construir almacenes. Este tipo de inversión, aunque no inútil, tiene un límite. Acumulábamos capital en sectores de bajo valor añadido, creando un exceso de capacidad que perjudicó nuestra economía cuando esos sectores empezaron a caer.

El Efecto de la Crisis en la Productividad

El estallido de la burbuja inmobiliaria dejó una pregunta crucial: «¿Y ahora qué?» La respuesta llegó rápidamente con un despido masivo de trabajadores. Aunque inicialmente esto resultó en un aumento aparente de la productividad, en realidad solo despidió a los menos eficientes, dejando una fuerza laboral más cualificada, compuesta por quienes quedaron. Este incremento en la «calidad» no reflejó inversiones en educación, sino el resultado de la eliminación de tres millones de empleos. La productividad se mantenía a flote, pero solo a través de un recorte drástico de personal.

Desde 2008 hasta 2020, el nivel de capital por trabajador se mantuvo estancado. La inversión fue insuficiente para fomentar un crecimiento sostenido, pese a la notable capacidad de España para crear empleo desde 2019, a pesar de años de infrainversión. Las empresas no necesitaban invertir demasiado, ya que podían reactivar capital inactivo. Esto impedía que la productividad mejorara, dado que cada nuevo trabajador tenía menos capital del que disponer.

El Camino a la Transformación Económica

Es fundamental reconocer que no todo ha sido negativo. Han surgido avances en inversión en activos intangibles, como software y propiedad intelectual, en sectores como la manufactura y telecomunicaciones. Además, la formación de los trabajadores ha mejorado. Sin embargo, estas mejoras no han sido suficientes para contrarrestar el crecimiento desfasado, con una generación de empleo mayor que la de capital.

La solución no se reduce a pedir «más inversión». No podemos repetir los errores del pasado, que llevaron a la burbuja de 2008. El eje de la cuestión es el tipo de inversión. España necesita que su capital crezca al ritmo del empleo, pero también que ese capital sea de calidad. Se requieren menos inversiones en hormigón y más en tecnología, menos furgonetas y más robots, y menos metros cuadrados, pero más patentes.

No se trata de abandonar sectores tradicionales como el turismo o la construcción. Un hotel puede ser extremadamente productivo si implementa sistemas de gestión inteligente, mientras que una fábrica podría volverse ineficaz si solo se enfoca en adquirir maquinaria sin redefinir su organización. La clave está en transformar cómo se opera en estos sectores mientras se diversifica hacia áreas de alto valor añadido.