El Precio del Marketing Político: ¿Perjudica el Bien Común?

El Precio del Marketing Político: ¿Perjudica el Bien Común?

Entre seis y ocho comunidades autónomas se aliarán con el Gobierno central en su necesidad de prorrogar los presupuestos, al no contar con el apoyo parlamentario necesario para aprobar nuevos en 2026. Este fenómeno, sorprendentemente, ha pasado casi desapercibido en un entorno donde la confusión política se ha convertido en la norma. El deterioro de los procesos democráticos avanza a pasos de gigante, avasallando los derechos a los que estamos acostumbrados.

El Imperio de lo Abstracto

En un claro ejemplo de esta situación, el presidente de EE. UU. ha declarado el bloqueo del espacio aéreo venezolano a través de un tuit que ha tenido la misma validez que una orden ejecutiva respaldada por el Congreso. En España, se ha rumoreado que se ha instruido a los ministros a gobernar sin acudir al Parlamento, una afirmación tan absurda como inquietante que no ha sido desmentida. La democracia se encuentra en crisis, asediada por quienes ostentan el poder, mientras los ciudadanos, inertes, se adaptan a esta nueva «normalidad».

Justificaciones Peligrosas

En el contexto español, el menosprecio de las instituciones parlamentarias se justifica de dos maneras igualmente alarmantes: primero, la idea de que permanecer en el poder es un deber casi patriótico, y segundo, la fragmentación parlamentaria que dificulta la aprobación de leyes y presupuestos. Estas justificaciones erosionan la esencia democrática, convirtiéndose en un pretexto para vulnerar normas de control, cuando en realidad, el deber de un gobernante es buscar consenso y no autoritarismo.

Con esta dinámica, la arbitrariedad se adentra en la política, limitada únicamente por el escaso control ejercido por los tribunales y las autoridades europeas. Así, las obligaciones comunitarias en temas de gasto y deuda quedan a merced del Gobierno, que decide a su antojo. Por ejemplo, España ha renunciado a cerca del 75% de los créditos del fondo de recuperación europeo sin ofrecer explicaciones, y lo más alarmante es la falta de exigencia por parte de la ciudadanía.

La Sostenibilidad en Juego

Recientemente, la OCDE ha alertado sobre la insuficiencia de la reforma del sistema de pensiones, validada por el Parlamento, para garantizar su sostenibilidad. Las tres preocupaciones principales son el envejecimiento acelerado, un IPC en constante aumento y un modelo de pensiones generoso que podría no ser viable. La falta de una mayoría parlamentaria para aprobar presupuestos implica que la reforma de pensiones queda en un limbo, agravando una situación ya de por sí delicada.

Los problemas de financiación autonómica y la crisis de la vivienda son solo algunos de los resultados de este estancamiento. La paralización de las leyes que podrían ofrecer igualdad de trato a los españoles y abordar la creciente exclusión social es un claro reflejo de la falta de acuerdos en el Gobierno.

¿Una Oportunidad Perdida para la Unidad?

Pese a que el PP y el PSOE en conjunto representan cerca del 70% de los votantes, la polarización entre ellos, lejos de facilitar el consenso, lo obstaculiza. En un contexto europeo crítico, marcado por desafíos globales como el cambio climático y la creciente desigualdad, sería lógico que los partidos políticos priorizaran la unidad y el bienestar de los ciudadanos.

La gran pregunta persiste: ¿por qué no se alcanzan acuerdos entre los grandes partidos en este momento de crisis? La polarización extrema está perjudicando a la democracia, otorgando una voz desproporcionada a minorías radicales y desatendiendo los intereses de la mayoría.

La pregunta queda en el aire: ¿hasta cuándo permitiremos que el marketing electoral polarizador ponga en jaque los intereses nacionales?

Jordi Sevilla es economista.