México es un país de contrastes y complejidades. En su vasto territorio, cada estado presenta una realidad única. No se puede comparar a Chihuahua con Ciudad Juárez o a Saltillo con Torreón; cada uno tiene un pulso y necesidades propias. Esta diversidad provoca que algunas regiones busquen activamente el crecimiento y la inversión, mientras que otras parecen esperar resignadamente a que la fortuna les sonría.
La Inversión y el Diálogo Público-Privado
En muchos casos, las ciudades prósperas están donde el sector privado y el gobierno establecen un diálogo fluido, incluso colaborando con el ámbito académico. Estas interacciones buscan abordar los obstáculos que frenan la inversión. En estos lugares, la conversación sobre el crecimiento es proactiva y llena de iniciativas. Sin embargo, existe un contraste marcado con aquellas áreas que adoptan una postura pasiva, esperando que las inversiones lleguen como un regalo del cielo.
Recientemente, he observado a varias empresas nacionales e internacionales preparándose para aprovechar las oportunidades únicas que representa México en el contexto de las negociaciones arancelarias. A pesar de sus planes, la ejecución ha sido escasa; todavía no se concretan inversiones significativas. Lo que complica este panorama es la incertidumbre generada por la reforma al poder judicial, que ha dejado muchas preguntas sin respuesta sobre la arbitrabilidad de los conflictos empresariales y la protección de acuerdos contractuales.
Riesgos que Frenan la Inversión
La reciente discusión sobre la posibilidad de que los actuales ministros del Tribunal puedan revisar sentencias del pasado ha intensificado aún más la desconfianza. Aunque esta propuesta fue rechazada, el solo hecho de debatirla pone de manifiesto una falta de comprensión legal y proporciona una imagen sombría del sistema judicial.
A pesar de las grandes oportunidades que ofrece México, el entorno actual plantea riesgos importantes. Los inversionistas, tanto locales como internacionales, ahora pensarán dos, tres o mil veces antes de comprometer capital en un país donde las disputas legales se ven como un reto casi ineludible. La expectativa es clara: la oportunidad está, pero parece que estamos decididos a dejarla escapar.
Números que Hablan
La inversión total en el país ha caído abruptamente. En agosto, se reportó una disminución anual del 8.9%, una cifra que no se veía en años. En el transcurso del año, esta caída promedia cerca del 7%. El sector privado, que representa el 83% de la inversión fija, sigue liderando este ámbito, aunque con un incremento de la cautela. Las empresas más grandes, aquellas que tienen los recursos para adaptarse y protegerse de la incertidumbre institucional, continuarán operando, pero no sin ajustes significativos.
Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas enfrentan un panorama mucho más oscuro. Muchas de ellas se encuentran en situaciones precarias, operando sin garantías y siendo vulnerables a extorsiones. Es ingenuo pensar que piensan en expandirse en un entorno tan hostil.
Caída de la Inversión Pública
Un dato alarmante es la drástica reducción de la inversión pública. El Informe Trimestral de Finanzas Públicas señala que entre enero y septiembre de este año, el gasto en inversión física se desplomó un 32.5% en comparación con el año anterior, marcando una caída sin precedentes en tres décadas.
Áreas vitales para el desarrollo, como el abastecimiento de agua y la educación, han sufrido recortes aún más severos. En términos concretos, la inversión en agua potable y alcantarillado cayó un 75.5%, mientras que la educación vio una disminución del 51.9%. Estos ajustes no son meras medidas de optimización, sino una caída generalizada que afecta a todos los sectores.
Un Futuro que Depende de la Inversión
Es crucial entender que reducir la inversión pública significa comprometer el crecimiento futuro. Si México se conforma con una tasa de crecimiento proyectada de apenas 0.3% para 2025, recortar aún más la inversión pública —un factor clave para atraer capital privado— solo llevará a un estancamiento más profundo.
La oportunidad está allí, pero nuevamente, parece que estamos dispuestos a dejarla pasar. Sin la concreción de planes de inversión, México podría perder una vez más una chance valiosa en la búsqueda de su potencial económico.
