La Universidad de Oxford se encuentra en un punto de inflexión tras una intensa reunión celebrada en septiembre en su escuela de negocios. Esta cita se dio en un contexto complicado: una investigación de cinco meses reveló que Soumitra Dutta, exdirector de Said Business School, había sido acusado de acoso a una profesora. La forma en que la universidad manejó la investigación causó una profunda frustración y enojo entre el personal académico, según informantes cercanos.
Cambio en la dirección
Irene Tracey, vicerrectora de Oxford, y Mette Morsing, quien asumió la decanatura interina tras la renuncia de Dutta, han prometido introducir mejoras sustanciales. Sin embargo, la situación se complicó cuando John Tasioulas, director del Instituto de Ética en IA, también tuvo que dimitir tras una investigación que reveló acusaciones similares en su contra desde abril.
Aunque Dutta y Tasioulas prefirieron no ofrecer comentarios, la universidad se escudó en la política de no comentar casos individuales. Las mujeres que declararon en las investigaciones consideran que, pese a todo, estos resultados son pasos importantes, aunque la reputación de Oxford en cuanto a lidiar con el acoso ha sido cuestionable.
Una historia problemática
Bloomberg, a través de un exhaustivo proyecto de investigación que incluyó entrevistas con casi 50 personas, documentos y registros, expone que varios hombres en posiciones de liderazgo dentro de la universidad han continuado sus funciones tras acusaciones de conducta sexual inapropiada.
Oxford, una de las instituciones académicas más antiguas y reconocidas, enfrenta múltiples denuncias de acoso sexual. En los últimos cinco años, siete mujeres han denunciado agresiones sexuales, mientras que más de 30 han compartido sus experiencias de acoso en las últimas dos décadas. Este año, al menos dos casos legales relacionados con el acoso han surgido, aunque muchos de los acusados siguen en sus puestos.
La lucha por la transparencia
Las víctimas critican que Oxford ha sido lenta en actuar y, a menudo, su respuesta llega solo después de varias denuncias. Las investigaciones internas suelen mantener un velo de secretismo, lo que permite que los infractores se muden a otras instituciones con sus antecedentes intactos. Muchas víctimas sienten que la universidad prioriza su reputación por encima del bienestar de quienes han sufrido acoso.
El poder y la intimidación son problemas que se repiten en el ámbito académico, y la gestión de quejas es un proceso complejo que a menudo es visto como deficiente. Sin embargo, las tensiones en Oxford son aún más agudas dado su gran volumen de donaciones, que ascendió a 263 millones de libras en el curso 2023-24, un récord para la universidad.
Un cambio necesario
Mientras tanto, Oxford ha comenzado a implementar cambios, como la mejora de los procedimientos disciplinarios para estudiantes. Sin embargo, muchas quejas de conducta sexual inapropiada no se investigan a menos que la víctima también haya hecho una denuncia ante la policía.
Recientemente, un portavoz de la universidad enfatizó su compromiso por proporcionar un entorno seguro para todos, apuntando que se han reforzado las políticas en los últimos años. A pesar de estos avances, algunos testimonios evidencian una profunda desconfianza hacia la capacidad de Oxford para gestionar estas quejas correctamente.
Emily Baker, una exestudiante graduada, compartió su experiencia de un caso de acoso que no fue tomado en serio, lo que la llevó a cambiar de rumbo profesional. La falta de apoyo y la cultura del silencio que prevalece en la universidad son obstáculos que muchos enfrentan al intentar alzar la voz.
Desafíos en un entorno elitista
En una institución donde el prestigio y la reputación son fundamentales, cualquier problema sistémico afecta a una vasta comunidad de 43.000 personas. La estructura colegiada de Oxford, aunque rica en tradiciones, puede dificultar la rendición de cuentas.
A pesar de la presión y las recientes medidas tomadas, muchos consideran que la universidad continúa rezagada en comparación con otras instituciones en cuanto a la implementación de políticas efectivas contra el acoso. Lo cierto es que los cambios requeridos urgentemente son necesarios no solo para proteger a la comunidad universitaria, sino para restaurar la confianza en una de las instituciones más veneradas del mundo.
A medida que se avanza hacia mejores prácticas, la esperanza es que la Universidad de Oxford pueda equilibrar su legado histórico con un entorno académico más seguro y respetuoso.
