Desorganización en la Planificación Energética: Un Análisis Crítico

Desorganización en la Planificación Energética: Un Análisis Crítico

En la historia reciente del sector energético español, la falta de una planificación adecuada ha sido una constante. A lo largo de las décadas, los gobiernos han actuado en función de la influencia de las empresas, sin una visión clara sobre el futuro energético del país. Este descontrol condujo a inversiones desmedidas que, a menudo, resultaron en un exceso de oferta que chocó con las crisis de demanda, obligando a los gobiernos a rescatar a las compañías energéticas, un costo que siempre termina recayendo en los consumidores a través de sus facturas.

La Era Nuclear: Un Éxito Cuestionable

La energía nuclear, tan defendida hoy en día por su bajo coste, tuvo su auge en los años 70. Durante ese tiempo, tanto el régimen de Franco como los gigantes eléctricos, como Iberduero e Hidroeléctrica Española (hoy en día Iberdrola), apostaron firmemente por ella, dejando a Endesa fuera de este lucrativo negocio. En el Plan Energético Nacional de 1975 se proyectaron hasta 25 plantas nucleares, de las cuales solo 10 llegaron a operar. La moratoria nuclear decretada por el primer gobierno socialista en 1984 permitió que las compañías recuperaran sus inversiones, a pesar de que se justificó con la necesidad de ajustar la construcción de nuevas plantas a una demanda que se había resentido tras la crisis del petróleo.

El coste de esta aventura nuclear fue significativo: alcanzó los 5.717,91 millones de euros, de los cuales cerca de 1.334 millones correspondieron a intereses. Juan Manuel Eguiagaray, quien fuera ministro de Industria, subrayó que la planificación realizada había conducido a inversiones desproporcionadas que no se alineaban con las realidades del mercado.

La Aparición del Gas y Sus Desafíos

En la primera parte del siglo XXI, el parque energético se diversificó, incorporando ciclos combinados de gas. En 2004, se inauguraron 12 centrales de este tipo, sólo para enfrentarse a un colapso de demanda tras la crisis de 2008. Este desplome provocó que muchas de estas plantas operaran en cero horas. Durante ese tiempo, las compañías gasistas, como Gas Natural (actualmente Naturgy), enfrentaron una dura competencia y debieron lidiar con la necesidad de reestructurarse.

Además, el sector del gas se vio marcado por fracasos en la planificación, como la excesiva construcción de plantas de regasificación, que resultaron en inversiones no rentables, como el caso de El Musel en Gijón, que solo funciona como almacén. Otro episodio desastroso fue el almacén de gas Castor, que quedó sellado tras causar microseísmos, costando a los contribuyentes 1.350 millones de euros.

Un Descontrol en las Energías Renovables

El mayor desliz se produjo tras 2001, cuando la falta de planificación llevó a la creación de un déficit tarifario monumental. Este déficit, alimentado por subsidios indiscriminados a proyectos renovables, acumuló una deuda que alcanzó casi 30.000 millones de euros, que los consumidores deberán afrontar hasta 2027. El intento de solucionar el problema en 2013, con un recorte de primas, abrió la puerta a una serie de batallas legales por parte de inversores nacionales e internacionales.

A partir de 2021, la invasión rusa de Ucrania desencadenó otra burbuja en el sector, provocando el estallido de precios cuando, finalmente, en 2024, los costos se desplomaron. La creciente eficiencia y el autoconsumo llevaron a una caída de la demanda a niveles de dos décadas atrás, poniendo en jaque a muchas empresas renovables.

Hoy, los únicos planes claros son los relacionados con la red de transporte y distribución. Las inversiones en otras áreas dependen de las pautas establecidas por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, un importante reto impulsado por la Unión Europea que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar el uso de energías renovables.

Sin embargo, el futuro sigue generando incertidumbres. Algunos observadores ya temen la aparición de nuevas burbujas, como las que podrían producirse con el hidrógeno verde y las baterías. ¿Estamos condenados a repetir la historia? Solo el tiempo lo dirá.