La economía española se encuentra en un momento de expansión, pero como todo, tiene su costo y su lado oscuro. Desde la primavera, hemos sido testigos de un aumento en la inflación, que ha ampliado la brecha con otros países de la eurozona. Esta situación revela tanto las fortalezas como las debilidades de nuestro modelo de crecimiento.
Inflación en Aumento
El Índice de Precios al Consumo (IPC) avanza a un ritmo superior al 3%, superando en aproximadamente un punto la media de la eurozona. Entre los principales factores que contribuyen a esta disparidad se encuentran los servicios, la energía y los alimentos frescos. La amplia gama de productos afectados pone de manifiesto las tensiones inflacionarias resultantes de la creciente demanda, un fenómeno impulsado, en parte, por el notable crecimiento demográfico en España, algo que no se observa en otras grandes economías europeas.
La bonanza macroeconómica impulsada por el aumento de la población también se refleja en el consumo de los hogares, que crece a un ritmo que duplica el de la eurozona. Las empresas, ante este auge en el gasto, responden incrementando la producción, aunque también adaptan sus precios de venta, especialmente en sectores que gozan de poca competencia y donde la capacidad productiva es limitada. Esto se manifiesta claramente en la electricidad y la sanidad privada, donde los precios están experimentando un aumento de doble dígito.
Componentes Inflacionarios Claves
Los servicios están en una situación un tanto privilegiada: tienen más margen para ajustar precios en comparación con la industria, la cual enfrenta una feroz competencia internacional. Por ejemplo, el IPC de los servicios subió un 3,6% interanual en octubre, contrastando con el escaso avance del 0,8% en los precios industriales.
Los alimentos frescos, por su parte, son otro componente significativo que impacta en el día a día de los ciudadanos. Aquí se juntan factores internos, como la robustez del consumo y la baja competencia en la cadena de distribución, con fenómenos globales como la creciente demanda asiática, impulsada por una clase media cada vez más numerosa que adopta hábitos de consumo similares a los de nosotros.
Consecuencias de la Inflación
El aumento en la inflación tiene dos efectos significativos. Primero, los hogares ven mermado su poder adquisitivo cuando los salarios no se ajustan paralelamente a los precios. Segundo, la competitividad de las empresas se ve afectada: si encarecen sus productos, pierden frente a competidores, mientras que en otros casos, comprimen sus márgenes para mantener su cuota de mercado, especialmente en sectores industriales vulnerables a la competencia internacional. Esto genera un choque entre los salarios y los márgenes, cada uno intentando recuperar terreno en este contexto inflacionario.
El riesgo de esta situación es limitado por ahora, pero podría aumentar si la diferencia de inflación con respecto a competidores cercanos persiste. La reactivación de la inflación es, en cierto sentido, una característica del modelo de crecimiento español, que depende en gran medida de la incorporación de nueva fuerza laboral. Sin embargo, este modelo presenta debilidades, especialmente en cuanto a la inversión, lo que restringe la capacidad del sector productivo de adaptarse a la creciente demanda.
La clave para mejorar la situación radica en facilitar la inversión privada y abordar las estructuras oligopólicas que limitan la competencia. En los próximos meses, es probable que sigamos viendo fluctuaciones en el IPC, y será crucial la atención que se preste a estas dinámicas.
Con información de Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas. Síguelo en X: @RaymondTorres_.
