“Llegó el día: me reemplazaron en un trabajo con voz generada por inteligencia artificial”, escribió en Twitter Alejandro Graue, locutor y actor de doblaje argentino de treinta y seis años. Llevaba un par de meses doblando al de España un insigne canal de YouTube con millones de subscritores en inglés, del que prefiere no dar el nombre: “El autor es un muchacho histriónico, con algunos modismos muy instalados, a veces tartamudeos, que se frena en mitad de una frase y comienza otra. Es algo que requiere de técnica de actuación, para poder representarlo lo mejor posible”, explica por video llamada a EL PAÍS.
En enero vio que el canal se proseguía actualizando con vídeos que no había doblado: “Cuando le di al play se escuchaba una voz totalmente falta de sentimiento que decía: ‘Hola, bienvenidos nuevamente a este programa, hoy estaremos…’. Algo horrible”, recuerda. En los comentarios la gente se quejaba del cambio, mas por el momento los vídeos han seguido apareciendo con esa voz artificial, que es inútil de reproducir el particular modo de charlar del youtuber.
Entonces puso el tweet, que ya han visto más de setecientos cuarenta personas. El inconveniente para Graue no es ese trabajo que ha perdido. Él es un profesional independiente y tiene otros, por el momento. El inconveniente es la tendencia: “Es preocupante. Vamos camino de que el factor humano desaparezca de algo artístico”, afirma.
Yyyyyy llegó el día: me sustituyeron en un trabajo con voz generada por Inteligencia Artificial. Gracias a tod@s l@s actores y actrices que dan sus voces para crear esta mierda que ocasionalmente nos va a dejar obsoletos a todos. Los artificialmente inteligentes son .
— Ale Graue (@Alegraue) January diez, 2023
En apenas unos meses el campo de la alocución se ha visto trastocado por la inteligencia artificial. La explosión de ChatGPT y de las aplicaciones para crear fotografías o ilustraciones desde el pasado verano asimismo ha llegado a la voz. Como en otros oficios creativos asimismo conminados, aún queda margen para llegar al instante donde la máquina pueda hacerlo todo. Pero no se ve ninguna luz humana al final de ese camino: “Desde hace dos o tres meses la facturación nos ha bajado”, afirma Noemí Gutiérrez, directiva de la compañía de doblajes Voces en la Red. “Los locutores nos llaman, nos escriben porque han notado la bajada. Se han multiplicado las plataformas que dan voces sintéticas gratis. Hay gente a quien le vale una voz cutre y tiran con eso”, agrega.
Aunque aún hay quien no ha sentido las consecuencias completamente, sí pueden intuirse, conforme Begonya Ferrer, actriz de doblaje: “Como trabajo para mucha gente de muchos países, no puedo saber si me han sustituido por una IA en alguna empresa”, afirma. Sí le han recortado su participación en un género de vídeos concreto, que ahora “usan voces artificiales para hacer una primera prueba, o borrador de voz en off, y después se lo pasan al locutor, que dobla por encima con su voz. Así, quizá, evitan pagar dos locuciones”, explica.
La calidad y las entonaciones elaboradas aún se pagan, mas muchos en el campo advierten de que las máquinas proseguirán mejorando su capacidad. “Entiendo que es parte de la evolución tecnológica y que hay un montón de cosas que se pueden resolver con inteligencia artificial, desde contestadores automáticos a mensajes que uno escucha en el metro, en los que no hace falta el sentimiento. Pero todo lo que es actoral, me parece que no debería hacerse; por una cuestión, incluso, de preservación del oficio”, afirma Graue.
Solo van a ser precisos programadores
El riesgo que ve el actor es que, cada vez en más oficios, la humanidad quede en manos solo de quienes charlan con las máquinas: “No va a ser necesaria la persona que ejecuta la tarea. Las únicas personas necesarias serán programadores y ya”, agrega. En los debates que ha tenido Graue desde su tweet viral, ciertos le han dicho que se olvide de eso de “preservar el oficio”, que esto es como la electricidad: “Hay gente que me lo comparaba con la aparición de la electricidad y el trabajo de los faroleros. Yo decía que no, que la aparición de la electricidad era para un beneficio global. Esto de las voces sintéticas, ¿en qué beneficia al público? Solo beneficia a la empresa que paga”, afirma Graue.
Tampoco tiene Alejandro Graue una edad para meditar que puede llegar a jubilarse dentro de poco y olvidarlo todo: “Sí tuviera 70 años, diría que no me puedo preocupar tanto por el futuro porque no lo tengo. Pero a mí me va a afectar directamente. Puedo abrirme hacia otros terrenos, pero sin dejar de pensar: ‘Me tengo que dedicar algo en lo que sepa que no me pueden reemplazar’. Porque he hablado con colegas, periodistas y guionistas, y todo se está empezando a reemplazar con inteligencia artificial”.
Esa propagación veloz entre oficios provoca inseguridad. Es bastante difícil observar apacible la actualidad mientras que las máquinas comienzan a hacer, en segundos, labores que requerían una habilidad singular y años de estudio o aprendizaje.
“Cuando me pasó a mí, yo lo venía observando en las redes sociales, con las ilustraciones y el diseño gráfico“, dice Graue. “Luego empezamos a verlo mucho más de cerca. Por supuesto que hay temor. Hay quienes dicen que esto solo va a reemplazar a quienes hagan mal su trabajo, y que los que tengan calidad van a seguir trabajando. Pero también hay quienes directamente están buscando dedicarse a otra cosa. Hay de todo. Yo personalmente creo que, poco a poco, va a ir ganando terreno”, agrega.
Graue espera que la ayuda, si llega, no va a ser de una compañía, sino más bien de la ley: “Espero que empiece a haber algún tipo de regulación. Tengo entendido que en Argentina por lo menos se ha empezado a trabajar en un proyecto para regularlo; o por lo menos, para exigirle a ciertos sectores que no reemplacen voces de locutores o de actores con máquinas”.
Brad Pitt hablando con acento andaluz
Algunas empresas del campo del doblaje y la voz, mientras, procuran formas de frenar la pérdida de proyectos con tecnologías que preservan parte del trabajo del actor de doblaje. Con las herramientas actuales es parcialmente fácil clonar o crear un timbre, que es el sonido concreto de las cuerdas vocales. Pero es más complejo detallar tonos y entonaciones que cambien veloz, para expresar sorpresa, emoción y enfado en apenas dos oraciones. “Ahora mismo ya puedes conseguir una locución con Brad Pitt hablando con acento galés o andaluz, siempre que al sistema le introduzcas una prosodia [el ritmo, la forma de hablar] con esos acentos, interpretados por un actor”, afirma Javier de Alfonso, creador de Voces en la Red.
”Estamos ganando tiempo. Ahora 6 meses me semejan un tiempo infinito”, afirma de Alfonso, mientras que hace un curso para amoldarse a esa nueva versión de su oficio, que ya no es el mismo: “Estamos aprendiendo y haciendo grandes esfuerzos para orientarnos a agencias con un ritmo de grabación muy exigente. Hemos probado varias plataformas, incluso una muy avanzada que tiene más botones que un 747″, añade. Es difícil evitar la sensación de que esta reorientación es como dejar un puñado de flotadores en la playa mientras se oye a lo lejos el tsunami.
Esta pequeña tabla de salvación momentánea ya permite doblar una película entera con solo dos profesionales, manteniendo el timbre original de los actores: “Ya es algo disruptivo”, afirma Noemí Gutiérrez, directiva de Voces en la Red. “El sistema modifica la voz del doblador, dándole el mismo timbre de los actores originales. Así, un solo actor de doblaje puede hacer todos los hombres; y una mujer, todas las mujeres y también voces de niños”.
“Lo que aún no se ha conseguido con las voces sintéticas es que hagan bien las emociones”, afirma Gutiérrez. “Todavía llevará tiempo”, agrega. En un futuro en el que esa tecnología esté de manera plena desarrollada, aún quedaría un cierto espacio para los actores de doblaje: unos van a poder vender su timbre; y otros, con un timbre menos bonito, van a poder vender su habilidad de actuar a fin de que la inteligencia artificial la copie.
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Articulo original de El País