Tras el último informe del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en Europa, que mostró un aumento del 2,2% interanual, se vislumbra el fin de la fase inflacionaria provocada por la crisis energética y de suministros. A pesar de que la inflación subyacente se mantiene en un 2,7%, se observa que el impacto de los costes importados está disminuyendo gradualmente.
El descenso en los costes de producción está empezando a reflejarse en los precios de los alimentos, con caídas consecutivas en los alimentos elaborados y productos frescos en los últimos meses. La electricidad presenta fluctuaciones, mientras que los combustibles mantienen precios estables, incluso ante los anuncios de recortes de suministro en ciertas regiones.
Las expectativas inflacionarias son clave en este proceso, y las empresas europeas están anticipando una moderación en los precios de venta para los próximos meses, lo cual suele ser un indicador relevante del IPC. Los salarios también muestran una tendencia a la moderación, con incrementos pactados menores en comparación con trimestres anteriores.
Por otro lado, la preocupación se centra en el sector de servicios, donde la inflación se mantiene resistente, superando el 4% en la eurozona. Esta tendencia no está impulsada por los costes de producción ni por la crisis energética, sino por la fuerte demanda y la falta de competencia en estos mercados en comparación con otros sectores.
Se espera que el Banco Central Europeo (BCE) reconozca los avances hacia la desinflación y tome medidas en su próxima reunión para reducir las tasas de interés. La debilidad económica en Europa, especialmente en la inversión, es otro factor a considerar. Sin embargo, el BCE actuará con cautela y monitoreará el impacto de sus decisiones en los mercados internacionales.
En resumen, la evolución de la inflación en Europa está marcando una nueva etapa en el ciclo monetario, con implicaciones tanto a nivel nacional como global. Es importante seguir de cerca los próximos movimientos del BCE y su impacto en la economía europea.
Actividad
El tercer trimestre presenta datos mixtos para la economía española, con señales de debilitamiento en algunos sectores. A pesar de que los indicadores de gestores de compra retrocedieron en julio, la afiliación se mantiene estable. El sector exterior se ve afectado por la situación de la eurozona y la desaceleración económica en China.