No es exagerado decir que 2022 fue el peor año para el crédito que se recuerda. Sin embargo, ahora que las valoraciones de los mercados de deuda pública y corporativa son de nuevo atractivas, existen muchos motivos para animarse.

Los mercados financieros están comenzando a amoldarse a un nuevo ambiente de mercado. Un ambiente en el que los bancos centrales prosiguen mostrándose más violentos y se distancian de la era de la expansión cuantitativa (QE), al tiempo que se espera que la inflación alcance su punto máximo.

Sin embargo, la preocupación por una recesión mundial prosigue siendo elevada, más aún con los acontecimientos de los bancos regionales en Estados Unidos, si bien aún es pronto para saber de qué forma de profunda o prolongada va a ser la desaceleración.

Los bancos centrales de los mercados emergentes ya han subido significativamente los modelos de interés. Los mercados desarrollados han seguido su ejemplo endureciendo las condiciones financieras este año con una serie de subidas de tipos. “El aumento de los costes de financiación ha empezado a frenar el crecimiento y deberíamos ver cómo la volatilidad de los mercados de renta fija impulsada por los tipos de interés disminuye en 2023”, comenta el equipo de Schroders.

La consecuente revalorización de los mercados de deuda pública y corporativa ha hecho que las valoraciones sean atractivas tanto en concepto de diferencial como de desempeño absoluto. “Los fundamentales de las empresas son sólidos a medida que nos adentramos en una desaceleración y se espera cierto deterioro a lo largo del año”, arguyen desde la gestora británica.

“De hecho, las valoraciones actuales reflejan en gran medida el escaso optimismo de 2022, lo que ofrece un excelente perfil de ingresos para el crédito mundial con muchas malas noticias ya descontadas”, agregan.

Frente a este contexto, cabría centrarse en las mejores ideas sobre el mercado de crédito, incluyendo las ocasiones que podrían evolucionar a lo largo del año, en un contexto macroeconómico de ralentización del desarrollo estadounidense y mundial.

1. Estrategias largas y cortas

Dada la amenaza de recesión este año, Amar Reganti, especialista en renta fija, Wellington Management, y Adam Norman, responsable de comunicación de inversiones que las estrategias de crédito de exactamente la misma casa, afirman que las estrategias long/short habrían de ser capaces de capear el incremento previsto de la volatilidad y los desajustes del mercado.

“A medida que los mercados de crédito sigan lidiando con la persistente inflación y la subida de los tipos de interés, es probable que los inversores se centren más en los beneficios empresariales, los flujos de caja libres, la sostenibilidad de la deuda y otros factores importantes”, aseguran.

Los dos especialistas exponen que la rentabilidad de las empresas, si bien prosigue siendo positiva, puede verse conminada por una ralentización de la economía. “En consecuencia, esperamos encontrar mayores dispersiones y divergencias de valoración a nivel particular, con claros ganadores y perdedores dentro de los distintos sectores”, profundizan. De hecho, puede haber ocasiones en ciertas situaciones cortas que aún no han valorado las realidades económicas que se aproximan.

2. Ojo al grado de inversión

El crédito con grado de inversión (investment grade, IG) ha empezado dos mil veintitres con niveles de desempeño considerablemente más elevados que a inicios de dos mil veintidos. Aunque los diferenciales del crédito IG se han ampliado, lo que semeja más interesante son las posibilidades libres en las carteras para esta clase de activos de alta calidad.

Por ejemplo, somos positivos con las estrategias de vencimiento fijo «poco agresivas» que dan prioridad a los ingresos en pos de la rentabilidad total. Por otro lado, pensamos que las estrategias activas Tesoro/IG asimismo puede ser adecuadas.

“Las primeras, en las que la duración de la estrategia se aproxima al vencimiento de los bonos subyacentes, garantizan unos rendimientos de un dígito medio-alto que (salvo impagos) probablemente constituirán la rentabilidad total de la estrategia”, cuentan Reganti y Norman.

3. El interés en el crédito titulizado

Asimismo, el crédito titulizado podría ofrecer una elevada generación de ingresos con relación a la duración de los diferenciales, lo que podría suponer un poderoso jergón para el campo en un escenario de ampliación de los diferenciales en dos mil veintitres.

“Aunque esperamos que la tensión sobre el rendimiento de los colaterales aumente este año, no prevemos que las pérdidas se incrementen de manera sustancial”, aseveran Reganti y Norman. “En este sentido, pensamos que las partes senior de la estructura crediticia titulizada capearán la debilidad de los mercados de colaterales”, ahondan.

4. La renta variable de las CLO

Los especialistas de Wellington concretan que si los diferenciales se amplían en 2023, singularmente así como una elevada volatilidad e iliquidez, entonces la renta variable de las CLO (Collateralized Loan Obligations por sus iniciales en inglés) sería un campo interesante a tomar en consideración por los gestores en dos mil veintitres.

“Realizar una inversión en crédito apalancado en la cúspide de un periodo recesivo suena contraintuitivo, pero los diferenciales de los préstamos bancarios han tendido históricamente a reaccionar de forma exagerada (en relación con sus pérdidas históricas en caso de impago) en su aumento antes de las recesiones y los ciclos de impago”, aportan.

5. El hambre por el deep value

Para el inversor de crédito deep value, los bonos convertibles contingentes (CoCos) emitidos por bancos europeos pueden presentar ineficiencias de costos explotables debido a las diferencias normativas, políticas y regionales entre los transmisores.

“Desde una perspectiva fundamental, los beneficios de los bancos europeos han seguido una trayectoria positiva y, en nuestra opinión, deberían seguir siendo resistentes a pesar de los continuos vientos económicos y geopolíticos en contra”, comentan Reganti y Norman.

“Sigue habiendo muy pocos indicios de tensiones en la calidad de los activos, mientras que las recientes suscripciones se han visto respaldadas por garantías públicas directas o por ayudas fiscales indirectas”, concluyen.

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.