El coche eléctrico se ha convertido en una de las principales apuestas de la política industrial española, con importantes fondos europeos destinados a su desarrollo. Sin embargo, a pesar de un comienzo prometedor, la producción ha experimentado un ligero retroceso en comparación con años anteriores.

A pesar de este retroceso, el vehículo eléctrico ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años. En 2019, representaba solo el 0,6% de la producción total, mientras que en la actualidad ha aumentado hasta el 11,4%. Además, las exportaciones españolas de vehículos eléctricos superan a las importaciones, lo que indica un saldo positivo en el comercio exterior en este segmento.

Sin embargo, existen desafíos importantes para la industria del coche eléctrico en España. La competencia de China, que produce cerca del 60% de los vehículos eléctricos a nivel mundial, representa un obstáculo importante. Europa ha intentado contrarrestar esta competencia con aranceles, aunque China ha anunciado la apertura de fábricas en territorio europeo para evitar estas medidas.

Otro desafío es el precio de compra, que sigue siendo un factor disuasorio para muchos consumidores. Aunque el coste total de propiedad a lo largo de la vida útil del vehículo eléctrico puede ser menor debido al menor consumo de energía, la falta de puntos de recarga y problemas en la red de infraestructuras dificultan su adopción masiva en España.

A pesar de estos desafíos, la industria española está en condiciones de liderar la transición hacia el coche eléctrico, gracias a sus bajos costes de producción y a su acceso a fuentes abundantes de energía eléctrica. El reto actual es lograr la descarbonización sin perder competitividad en un entorno cada vez más proteccionista a nivel global.

En resumen, el futuro del coche eléctrico en España está marcado por retos significativos, pero también por grandes oportunidades para liderar la transición hacia una industria más sostenible y competitiva a nivel internacional.

Mercedes Cruz Ocaña