A lo largo de los últimos años, la economía de Estados Unidos ha superado las expectativas, evitando la recesión pronosticada por muchos expertos. Sin embargo, la situación económica de China no ha sido tan favorable como se esperaba, a pesar del levantamiento de las estrictas medidas de «covid cero». Aunque las estadísticas oficiales indican un crecimiento del 5,2% en el PIB chino, esta cifra ha despertado escepticismo debido a la falta de transparencia en el manejo de datos económicos en regímenes autoritarios.

Existen diversos indicadores que sugieren problemas económicos significativos en China, como la deflación al estilo de Japón y un alto desempleo juvenil. Estos desafíos económicos pueden atribuirse en parte a un liderazgo cuestionable y a un modelo económico insostenible. La falta de gasto de los consumidores, la represión financiera y la débil red de seguridad social son factores que han contribuido a esta situación.

El excesivo enfoque en la inversión, con tasas que superan el 40% del PIB, ha sido la respuesta para intentar estimular la demanda y mantener el uso de la capacidad productiva del país. Sin embargo, invertir un porcentaje tan elevado del PIB de manera productiva se ha vuelto difícil, especialmente considerando la disminución de la población activa y el estancamiento de la productividad.

A pesar de intentar enmascarar durante años el problema de la insuficiencia del gasto de los consumidores a través de una burbuja inmobiliaria, China ahora enfrenta la inevitable realidad de que estas burbujas eventualmente estallan.

Para resolver estos desafíos, se plantea la necesidad de poner fin a la represión financiera, aumentar el flujo de ingresos hacia las familias y fortalecer la red de seguridad social. Sin embargo, estas medidas pueden enfrentar resistencia por parte de actores poderosos, como las empresas estatales, que se benefician del status quo.

A diferencia de Japón, que logró gestionar su declive económico de manera efectiva, existe la preocupación de que China no responda de la misma manera. Las dificultades económicas podrían generar tensiones internas y externas, con repercusiones a nivel global. Es importante prestar atención a cómo evoluciona la economía china, ya que sus decisiones futuras podrían influir en el panorama económico mundial.

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Mercedes Cruz Ocaña