La entrevista se desarrolla en el suntuoso sofá de una casa de diseño futurista. Ubicada al filo de un barranco paradisiaco, una chimenea encendida suspendida en el aire dota al entorno de paz y calma. Cai Felip, creador de Union Avatars, está sentado en uno de los extremos del diván color crema. “Es tal y como si estuviésemos en una asamblea presencial, mas en un sitio mucho mejor del que podríamos permitirnos”, exclama en voz alta su avatar.

Los rasgos de la cara son sorprendentemente similares a la realidad. Solo hace falta una fotografía para poder crear un personaje virtual en apenas unos minutos. Es lo que hace su empresa, que nació en Barcelona en el mes de octubre de dos mil veinte, cuando Cai llamó a Jordi Conejero, actual directivo de márketing y cofundador, para proponerle crear y vender espacios virtuales y avatares que interactuaran entre ellos. “Hay muchas conferencias que ya se efectúan en el metaverso. No debemos meditar en lentes 3D ni en la utilización de ostentosos artefactos. Con el solo uso del navegador se abre un planeta de infinitas posibilidades”. La empresa ofrece dos géneros de licencias: una gratis, abierta, y otra de pago. En la primera, sus ingresos proceden del pago de complementos de vestir que usan los avatares. “Estamos desarrollando un marketplace donde los diseñadores van a poder subir sus accesorios y ponerlos en venta. Los usuarios van a poder entrar, elegir la ropa y complementos y agregarlos a su personaje virtual”. La segunda licencia, más orientada a empresas y grandes acontecimientos privados, cuenta con múltiples opciones, que van desde los noventa y nueve hasta los seiscientos noventa y nueve euros mensuales. Cuanto más alta es la cuota, mayor número de complementos, usuarios y avatares libres.

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La empresa comenzó con una pequeña ronda de treinta euros en otoño de dos mil veinte. Meses después, recibieron otros doscientos treinta y cinco mil, inmediatamente antes de la explosión internacional del metaverso y los universos virtuales, que les facilitó lograr uno con dos millones en préstamos. La creación de mundos virtuales no terminó de cuajar. Sí que lo hicieron, en cambio, los avatares. En junio de dos mil veintiuno sacaron al mercado la primera versión automatizada de creación de identidades digitales. Los primeros clientes del servicio fueron del Reino Unido, y ahora cuentan con más de setenta. Consiguieron llegar a los trescientos euros de facturación el curso pasado, y para este año aguardan plegar la cantidad plegar la cantidad, si bien aún sin beneficios.

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