Ilan Goldfajn es un hombre tranquilo que llegó a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en noviembre del año pasado cuando era un hervidero. La destitución del anterior presidente en medio de un escándalo que le hizo perder la confianza de los gobernadores dejó heridas abiertas, agravios y desconfianza. El nuevo presidente asumió el cargo con la promesa de tender puentes. Una vez pacificada la institución y recobrada cierta normalidad, la hoja de ruta de Goldfajn es la de una reforma a fondo del BID para el periodo 2024-2030, que aumente la eficacia de su acción para impulsar el desarrollo

Goldfajn ha ofrecido este jueves una rueda de prensa en Washington para hacer balance del año y presentar el informe del presidente, que sintetiza los logros de este ejercicio y los retos y prioridades para el futuro, y que fue expuesto al consejo del BID este miércoles. El brasileño, con experiencia como gobernador del banco central de Brasil y como alto directivo del Banco Mundial, aterrizó en el organismo con las ideas claras y ha diseñado una agenda de reformas desde su llegada, pero la mayor parte deben ser aprobadas en la asamblea del año próximo en República Dominicana. “Echando la vista atrás, es mucho lo que se ha conseguido, pero aún queda mucho por hacer”, sostiene.

En la rueda de prensa, Goldfajn ha indicado que la región de Latinoamérica y el Caribe se enfrenta sobre todo a tres retos: el desafío social, de desarrollo; el desafío fiscal, con los problemas de las cuentas públicas, y el desafío económico, de falta de crecimiento. En ese contexto de dificultades, ha explicado, la institución se ha marcado tres prioridades.

La primera es reducir la pobreza y la desigualdad, invirtiendo en seguridad alimentaria, igualdad de género e inclusión de diversos grupos de población, protección social y desarrollo del capital humano (educación, sanidad, etc.). La segunda pasa por abordar el cambio climático, incluyendo la protección de la Amazonia, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la preservación de la naturaleza y la biodiversidad, y el fortalecimiento de la resiliencia climática y la adaptación de los países. Y la tercera consiste en impulsar el crecimiento sostenible, con el objetivo de aumentar significativamente el PIB real per cápita de la región, en particular mediante infraestructuras físicas y digitales sostenibles, un impulso a la productividad y la innovación, e iniciativas para impulsar la integración regional.

Para acometer esas prioridades, el BID está sumido en una serie de reformas institucionales y estructurales, pero también en un cambio de cultura y del modo de medir los logros. Para Goldfajn, lo importante no es la cantidad de dólares prestados ni el número de proyectos aprobados, sino el impacto concreto, medible y a gran escala que tengan esos proyectos en las personas y en los países.

Balance anual

Pese a ese mensaje, a falta de una mejor medición, el BID sigue haciendo su balance en dinero contante y sonante. El Banco ha aprobado este año 92 proyectos con garantía soberana por un total de 12.722 millones de dólares. El programa de aprobación ha incluido 74 proyectos de inversión, por un total de 7.826 millones de dólares, y 18 proyectos de reforma de políticas, por 4.896 millones de dólares.

Para finales de 2023, el Banco prevé desembolsar 10 038 millones de dólares para proyectos con garantía soberana. Esta cantidad es un 6% inferior a la desembolsada en 2022, pero un 10% superior a la media anual del período anterior a la pandemia (2016-2019).

IDB Invest, la rama del Grupo BID dedicada al sector privado, alcanzó sus objetivos operativos, según Goldfajn. Los compromisos totales, incluyendo su cuenta propia y las movilizaciones, alcanzaron una estimación de 10.000 millones de dólares a final de año.

En cuanto al cambio del ambiente interno, Goldfajn sostiene: “Para mí era una prioridad profesional y personal potenciar el diálogo y tender puentes en el Banco. Por lo tanto, era natural escuchar más a nuestros empleados, y el mensaje era claro: querían una cultura de trabajo sana en la que puedan expresarse opiniones divergentes, prevalezcan el respeto y la equidad y se recompensen el mérito y la innovación”. El presidente del BID asegura que ha mejorado la transparencia y la meritocracia en la contratación. También se ha vuelto a un trabajo más presencial.

“Nuestra nueva orientación hacia la eficacia y los resultados del desarrollo exige también una transformación cultural en el Banco. Fomentar una cultura de impacto, más que de cantidades prestadas, exige cambiar los incentivos y los procesos: una transformación global. El próximo año será importante para avanzar en los cambios que nos ayudarán a alcanzar este fin”, asegura el presidente del BID.

En el futuro inmediato, el próximo hito del BID es la Asamblea Anual de 2024. “Nuestro trabajo en los próximos años vendrá definido en gran parte por las decisiones que tomen nuestros gobernadores”, sostiene Goldfajn. “Si se aprueba la nueva Estrategia Institucional, comenzaremos el diseño detallado y la aplicación de todo el conjunto de reformas. Si nuestros gobernadores aprueban los planes para IDB Invest 2.0 y su capitalización, así como la propuesta de reposición de recursos para IDB Lab, el próximo año nos exigirá prepararnos para un Grupo BID que no solo es más grande, sino significativamente mejor”, añade en el informe en que hace balance del año y que lleva por título: “El BID avanza a toda máquina”.

Goldfajn ha aplaudido el plan de ajuste del nuevo presidente argentino, Javier Milei. “Doy la bienvenida a las medidas decisivas anunciadas en Argentina”, tuiteó el miércoles. “El BID queda a disposición para apoyar sus reformas estructurales, incluyendo un apoyo para los más vulnerables mientras se fortalece la eficiencia de las acciones fiscales”, añadió, un mensaje que ha reiterado este jueves en la rueda de prensa. Ha ofrecido el apoyo de sus expertos fiscales y en protección social.

Mercedes Cruz Ocaña