Esther Ginés, maestra y madre de un joven de catorce años de Tarragona, miraba las noticias en Twitter/X cuando vio un artículo sobre progenitores que se organizaban en chats para retrasar la edad del primer móvil de sus hijos: “Me sorprendió y busqué la plataforma en Telegram; como docente debo estar al día de lo que pasa”, afirma Ginés. El conjunto se llamaba, en catalán, Adolescencia libre de móviles. Ese día había ya tres mil quinientos personas, y escribió: “Como iniciativa está bien para crear conciencia, pero el móvil no es un enemigo sino un aliado, la clave es la educación”.

Ginés fue recibiendo contestaciones, desde las que procuraban el discute auténtico a las que destilaban cierta aridez: “Honestamente, si tan claro lo tienes ¿por qué entras en este grupo?”, le afirmaban. Ginés escribió algún mensaje más y lo dejó: “Lo dije adrede para ver cómo respiraban, no sabía si iban a atender a razones o están obcecados”, explica ahora. Ginés piensa que el temor es la clave de este movimiento: “Estos padres tienen miedo. Son personas que les faltan habilidades educativas porque se han encontrado con estos nativos digitales y no se lo esperaban. No saben lidiar con esto. Educar lleva trabajo”, afirma.

Sea por temor o por otros motivos, hay decenas y decenas de miles y miles de progenitores españoles preocupados por en qué momento deben dar un móvil a sus hijos. El conjunto de Telegram central tiene más de nueve mil trescientos miembros. Fue creado por Elisabet Garcia Permanyer, una maestra de inteligencia anatómico de Poblenou, una vez que un chat de WhatsApp del distrito llegase al máximo. Un artículo en Forbes Hispano sobre la iniciativa provocó una explosión que Garcia Permanyer aún no se explica: “Es una locura, brutal, en solo una semana”, afirma.

La magnitud es ya inabarcable. Hay más de setenta conjuntos de WhatsApp y Telegram organizados por comunidades, urbes, pueblos y distritos. Mallorca, Navarra, Madrid o Andalucía tienen conjuntos con miles miembros. Hay un conjunto de toda España que hace sus anuncios en las 4 lenguas oficiales. Hay aun un conjunto de WhatsApp con los representantes de los conjuntos de toda España y pronto van a tener una asamblea nacional, para no esparcir sacrificios.

“Salió el artículo de Forbes Hispano en el chat de familias del colegio de mi hija menor y yo tengo una amiga que vive justo en Poblenou”, afirma Yamila Masoud, autora del conjunto en Aravaca-Pozuelo. “Entonces me dijo que estaba metida y yo lo creé aquí. Ha sido brutal. Al principio es un poco caos; he pedido ayuda a personas que quieran estar con un rol más activo. Ni de broma pensé que iba a pasar esto”, afirma.

En los mensajes se mezclan debates, protestas por el exceso de mensajes, ofertas de ayuda y preguntas sobre si en el pueblo del que preguntan asimismo hay un conjunto así. Los chats se han transformado en comunidades de WhatsApp a fin de que quepa más gente y canales internos en Telegram para separar el discute de los recursos y de la organización. La sofisticación tecnológica de ciertos progenitores es notable. Después de unos días, la meta en estos chats es hacer ya asambleas físicas.

“Íbamos a empezar a moverlo y vino el tsunami de Poblenou”, afirma Rodrigo, autor del conjunto de Madrid, que tiene ya dos mil miembros y prefiere no decir su apellido. “En Madrid el tema asociativo es más flojo que en Barcelona. Por eso ha estallado allí. Tampoco supone tanto esfuerzo, es poner de acuerdo a la gente en hacer lo que ya quieren hacer. Si somos muchos será más fácil. Si somos los raritos, nadie querrá serlo”, agrega.

Es una ‘revolución francesa’

“Es como una revolución francesa, una revuelta social”, afirma Garcia Permanyer, que se teme que con tanta gente el foco se deforme. Su objetivo principal es retrasar la edad, no prohibir nada: “Nuestra idea es intentar dejar de normalizar que un niño con 12 años tenga móvil”, afirma. En dos mil veintidos, conforme datos del INE, un setenta y cinco% de pequeños y pequeñas de doce años tenía móvil; a los trece subía hasta más del noventa y cuatro%. “Empieza a salir gente que se opone, pero dicen algo parecido a lo que decimos nosotros. Solo decimos que es importante retrasar la entrega del móvil, no hablamos de prohibir”, agrega Garcia Permanyer.

Pero es natural que todo se mezcle. Una madre y maestra ha creado una solicitud en Change(.)org a fin de que el Congreso prohíba el móvil hasta los dieciseis años, que tiene prácticamente seis mil firmas. Hay un festejado sicólogo clínico en estos chats que solicita prohibir el móvil hasta los dieciseis años. Otros supuestos especialistas plantean sus cursos y aguardan que sus vídeos viralicen. Hay creencias vehementes al lado de progenitores que procuran soluciones razonables. El discute ha llegado asimismo a redes abiertas. Esta semana Elisabet Bolarín, directiva de recursos humanos de Murcia, discutía en LinkedIn con un formador que había colgado el artículo de Forbes Hispano. Al final terminó bloqueada.

Elisabet Bolarín, catalana de nacimiento y residente en Murcia, ha sido directiva de recursos humanos y ahora estudia el máster de Responsabilidad Social Corporativa en la Universidad Católica San Antonio de Murcia, donde también desarrolla proyectos de Metaverso. Cree que los padres deben tratar de educar a sus hijos adolescentes a pesar del miedo.
Elisabet Bolarín, catalana de nacimiento y residente en Murcia, ha sido directiva de recursos humanos y ahora estudia el máster de Responsabilidad Social Corporativa en la Universidad Católica San Antonio de Murcia, donde asimismo desarrolla proyectos de Metaverso. Cree que los progenitores deben intentar instruir a sus hijos adolescentes pese al temor.ALFONSO DURAN

Bolarín insiste asimismo en el temor como mal consejero. Los progenitores oyen el incremento real de los peligros del móvil, lo equiparan con su adolescencia y temen lo peor. Bolarín conoce bien ese temor pues le pasó a ella: “Nos divorciamos cuando mis hijos tenían 5 y 6 años”, explica. Poco después, les dieron móvil. Era en torno a dos mil doce. “A mí no me parecía nada bien. Tenía una perspectiva idéntica a la que tienen estos señores. Cuando les di el móvil estaba aterrada. Por eso sé que se llama miedo”, afirma. Tenía razón en tener temor. Su hijo terminó “todo el día enganchado a la Play [una consola de videojuegos] y al móvil”.

Bolarín debió mudar su vida de arriba abajo para enfrentar el reto: “Tuvimos que ponernos muy serios y nos centramos en educarlo. Nos costó que entendiese que la responsabilidad de estudiar es suya y que debía asumir las consecuencias de sus actos. De los 11 a los 16 tuvimos una batalla ética y de valores, sobre todo con nuestra forma de vivir. He aprendido a base de caerme”, explica. Bolarín cuenta que, al comienzo, su hijo “podía” con ella. “He pasado por el aprendizaje de las discusiones”, explica. “Pasé de estar muy nerviosa a hablar con él. Fue mano de santo estar a su lado, estar muchas más horas con él, ahí viene la educación. El éxito es estar con ellos dando ejemplo”, prosigue.

Su conclusión es que eludir esa batalla con su hijo, que ahora es universitario, no hubiese sido la mejor solución: “Ahora es encantador. Antes se enganchaba a todo. El miedo no lleva a ninguna parte, te lleva a una confusión y a un bloqueo. Lo que te ayuda es saber qué sucede y cómo puedes actuar”, afirma.

En ese discute, la madurez de cada pequeño y pequeña es la clave más compleja. Entre los doce y los catorce, muchos pequeños terminarán deseando saber más del planeta, siendo algo más siendo conscientes de los riesgos: “Los chavales saben más de sexualidad que los padres”, afirma la maestra Esther Ginés. “Hay que confiar más en ellos, no son tontos. Lo tienes que tratar con normalidad. Es más miedo de los padres”, agrega.

Un cortafuegos ya antes del instituto

Como el discute de la edad precisa a la que hay que dar un móvil a un pequeño es irremediable a nivel social, los progenitores organizados desean adquirir tiempo sin presión. Por eso, el primer objetivo es saber cuántos progenitores prefieren retrasar esa edad. El procedimiento para lograrlo es efectuar encuestas locales donde los progenitores afirmen el instituto al que van a ir sus hijos y si van a tener móvil: “Servirá para que cuando escojas un instituto público de tu barrio puedas saber en qué punto está”, afirma Garcia Permanyer. “Por un lado, si ha prohibido o no los móviles desde dirección y, por otro, el porcentaje de padres que apuntan a sus hijos allí que no darán móvil. Para mí sería un punto para saber si mi hijo irá a ese instituto o no, una cuestión más para decidir”.

Los progenitores que se comprometan firmarán un contrato que ahora está redactando un padre de Poblenou. Es uno de esos documentos que el conjunto desea entonces compartir con todos y cada uno de los progenitores de España y no duplicar sacrificios. También trabajan para tener una web pronto. “Estamos a tope. Es como otro trabajo entero. Somos 45 padres y madres organizados por grupos: cada uno lleva un tema. Unos hablan con instituciones, otro redacta la encuesta, otro quiere montar una web para centralizarlo”, afirma Garcia Permanyer.

El discute del móvil en los centros escolares merece un capítulo aparte. Para Ginés, que ha dado clases en la ESO y ahora se encarga de ciclos, la situación comenzaba a estar superada: “Hace 8 años los móviles acababan de irrumpir en las aulas. Entonces sí fue un follón. ¿Quién tenía miedo? Nosotros, los profes. No sabíamos cómo gestionarlos. Después hemos hecho multitud de reuniones porque el departamento siempre ha apostado por convivir y utilizarlos como herramienta. En cuanto el profesorado ha empezado a dominar la situación y a hacerse de respetar, ha controlado la situación y no tenemos conflictos en el aula”, explica.

Está claro que, como en las familias, la administración de un sala depende de de qué forma el maestro vea su conjunto y su forma de administrar. La estrategia de Ginés es un control táctico: “En clase no digo nada. No me ven obsesionada con el móvil. Hace unos días, en primera fila, uno se puso a usar el móvil. No suelen hacerlo, aunque alguna vez se les escapa, como a los adultos. Los chavales son listos y saben con quién se juegan las castañas. Si montas un pollo, se te vuelve en contra. Un adolescente es como un miura. No puedes enfrentarlo de cara, tienes que ser más hábil”, agrega Ginés.

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Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.