Una de las oraciones que se atribuyen al político estadounidense Benjamin Franklin dice: “No hay nada más seguro en este mundo que la muerte y los impuestos”. A la que, unos 3 siglos después, el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz añade: “Puede que los milmillonarios aún no hayan alcanzado la inmortalidad, pero ciertamente se han vuelto más ágiles para evitar el fisco”. Así arranca el prólogo del informe Evasión fiscal global 2024, un ambicioso trabajo elaborado por el Observatorio Fiscal de la UE que pone números —mastodónticos— y descifra la evolución de una de las grandes lacras de la globalización: la evasión y elusión fiscales, con una atención singular a los ultrarricos, a los que plantea gravar con una tasa que brinde hasta doscientos catorce mil millones de dólares americanos al año (doscientos millones de euros). También hay margen para colectar más en España, que dejó de ingresar en dos mil diecinueve cerca de cuatro mil quinientos millones de euros por el desvío de beneficios de las multinacionales. Además, la riqueza financiera de sus residentes en territorios offshore ha marcado un récord: a pesar de bajar en porcentaje del PIB —del quince,8% de dos mil uno al diez,6% de 2022—, en volumen ya ronda los ciento cuarenta.000 millones de euros, la cantidad más alta de las últimas dos décadas, equivalente a más de un par de veces el gasto anual en educación.

“La evasión fiscal, el ocultamiento de riqueza y el traslado de beneficios a paraísos fiscales no son leyes de la naturaleza. Son el resultado de decisiones políticas o de la imposibilidad de tomarlas”, resume el economista Gabriel Zucman, acólito de Thomas Piketty, directivo del Observatorio y uno de los organizadores del informe, al lado de Annette Alstadsæter, Sarah Godar y Panayiotis Nicolaides.

No todo, no obstante, es de color negro. Ha habido esenciales avances en los últimos tiempos. Entre , el intercambio automático de información bancaria entre países, en vigor desde dos mil diecisiete, que ha tolerado brotar miles y miles de millones de dinero escondo en cobijos fiscales y reducir de forma radical la evasión fiscal de las grandes fortunas. Si al comienzo de este siglo hasta un noventa y cinco% de la riqueza financiera offshore —es decir, acciones, depósitos, bonos, mas no obras de arte, joyas o inmuebles fuera del país de vivienda del propietario— no era declarada, ahora la cantidad que se escapa de tributar se estima en un veintisiete% —en principio, no es ilegal tener activos en territorios offshore, si se cumple con las obligaciones tributarias requeridas—. “Es un logro importante contra la evasión fiscal, que demuestra que se pueden hacer progresos en un periodo de tiempo relativamente breve”, concluye el documento, que se publica este lunes.

En donde no ha habido cambios es en el volumen de activos financieros registrados en paraísos fiscales en el extranjero —territorios que cuentan con una enorme industria bancaria privada que atiende a no residentes—. Al contrario, ha ido engordando: los autores lo cifran en más de doce billones de dólares americanos en dos mil veintidos, prácticamente diez veces el PIB de España. Suiza ha perdido situaciones como primordial país de destino de estos capitales, pasando de percibir cerca de la mitad del total al veinte%, al tiempo que los centros offshore de Asia han ganado adeptos, sobre todo Singapur y Hong Kong. Luxemburgo es el único país de la UE que aparece entre los primeros diez cobijos fiscales que más activos reciben. Del lado emisor, en términos absolutos, los líderes son China (dos billones), EE UU (uno con seis billones) y el Reino Unido (uno con dos billones).

Otro tema sangrante es el llamado déficit fiscal de los megarricos, con patrimonios superiores a los mil millones de dólares americanos. Su fortuna se ha multiplicado por 3 en los últimos veinticinco años —frente a un avance del tres% de la riqueza media—, mas lo que pagan sobre todo en impuestos personales, como la renta y el patrimonio, es formidablemente irrelevante. Los estudiosos del Observatorio extrapolan que el tipo efectivo se mueve entre el cero% y el cero,5% de su riqueza total merced al uso, muchas veces, de instrumentos como las sociedades patrimoniales. Un impuesto mínimo del dos% a nivel global solo para los milmillonarios —estimados en unos dos.700, con una riqueza total próxima a los trece billones—, brindaría unos doscientos catorce mil millones de dólares americanos. La mayoría de la colecta vendría de EE UU, patria de los empresarios más ricos del planeta, desde Elon Musk a Jeff Bezos y Bill Gates, seguida por Asia y Europa. Además, el estudio plantea gravar de forma temporal a los grandes patrimonios que cambien su vivienda.

Un billón de beneficios desviados

Si los ultrarricos son los ganadores de la globalización, las multinacionales son los reyes indiscutidos. El informe va acompañado de un extenso atlas interactivo que separa diferentes géneros de elusión y evasión fiscal país por país, incluyendo el desvío de beneficios que hacen las corporaciones a territorios de tributación nula o laxa para abonar menos impuestos. En este caso, la mejora es pequeña a pesar de las ideas adoptadas —en particular, el proyecto BEPS de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)—. Ahora hay más información libre, mas prosigue siendo deficientes y mal sistematizada. Y, lo peor, la pérdida de colecta de los Estados ocasionada por los tinglados fiscales de los grandes conjuntos no merma. Cerca del treinta y seis% de las ventajas, equivalente a un billón de dólares americanos, que las multinacionales consiguen fuera de su país de origen son trasladados a cobijos fiscales de año en año —la mitad, en el caso de las compañías estadounidenses—, y el orificio en la colecta de los Estados alcanzó los ciento sesenta y nueve mil millones de dólares americanos en dos mil veinte, una cantidad prácticamente idéntica a la de dos mil quince, cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos lanzó BEPS.

La UE es de las áreas que más padece estas prácticas: pierda cerca de un veinte% de su colecta por sociedades. Alemania y el Reino Unido están a la cabeza, con un veintiseis% y un veinticinco%, respectivamente, frente al dieciseis% de España. Los primordiales favoreceros son los sospechosos de siempre: jurisdicciones que no están necesariamente en listas negras de paraísos fiscales, entre ellas múltiples países europeos, mas que tienen tipos bajos u ofrecen tratamientos privilegiados a las multinacionales, logrando de ellas una rentabilidad desmedida. En primer sitio está Países Bajos: recibió en dos mil veinte la friolera de ciento ochenta millones de dólares americanos en ganancias corporativas de conjuntos extranjeros. Le prosiguen Irlanda (ciento cuarenta y cinco mil) y Suiza (ochenta y tres). En el 4 sitio están las Islas Vírgenes Británicas (cincuenta y ocho) que, ironía de la fortuna, la UE termina de sacar de su lista negra de paraísos fiscales. Los demás territorios que ocupan las primeras diez situaciones son Luxemburgo, Puerto Rico, Singapur, Hong Kong, Bermuda y Bélgica. Casi todos las ventajas que salen desde España se van a cobijos comunitarios: trece.000 millones de los quince.000 totales.

El “histórico” pacto alcanzado en dos mil veintiuno por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos —como exactamente la misma organización lo tildó— entre más de ciento cuarenta países para establecer un impuesto mínimo del quince% a las multinacionales tampoco está avanzando de manera fuerte. “Es un hito en la regulación de la globalización”, reconoce el informe. “Pero ha sido debilitado” a lo largo de las negociaciones, agrega, a raíz de la introducción de orificios como créditos fiscales y beneficios que no se incluyen en la base imponible, sin contar los retrasos en su aplicación y la elevada probabilidad de que múltiples países, entre ellos EE UU —sede de las mayores multinacionales del mundo— no lo ratifiquen. Todo ello, calculan los estudiosos, va a llevar la iniciativa a ingresar mucho menos de lo previsto: del ocho% de la colecta global del impuesto de sociedades, unos doscientos veinte millones de dólares americanos, al tres%. Por ello, el Observatorio plantea suprimir todas y cada una de las lagunas ahora presentes en el diseño y elevar el tipo al veinticinco%, lo que acrecentaría la colecta hasta los setecientos trece mil millones de dólares americanos si todos y cada uno de los países revalidasen el pacto —a los 474.000 si fuera del veinte%—. En opción alternativa, invita a tomar medidas unilaterales, tanto en materia corporativa como de grandes fortunas.

“Es como en la película de Sergio Leone, El bueno, el feo y el malo. Nuestra investigación descubre un gran éxito que vale la pena celebrar (el fin del secreto bancario), un revés (el dramático debilitamiento del impuesto mínimo global a las empresas multinacionales) y cuestiones que siguen sin abordarse, como los tipos impositivas efectivos persistentemente bajas de los multimillonarios globales”, zanja Zucman.

El apogeo de la propiedad inmobiliaria ‘offshore’

La propiedad inmobiliaria se ha transformado en “un punto ciego especialmente grave en el intercambio de información”, apunta el Observatorio Fiscal de la UE. Considera que cerca de un veinticinco% de los activos financieros se han transformado en bienes raíces desde el instante en que entró en vigor el intercambio obligatorio de información bancaria. Una vez más, no es ilegal tener propiedades en el extranjero, mas hay casos en los que se emplean para fines ilegales, como lavar dinero o evitar sanciones internacionales. Aunque no es posible calcular cuántos inmuebles offshore existen, el documento se centra en 6 urbes y áreas de las que hay datos y donde los individuos y firmas extranjeras —sobre todo británicas, indias, chinas y estadounidenses— tienen cerca de quinientos millones en construcciones: Londres, Dubai, Singapur, París, Costa Azul y Oslo. En el caso de España, la riqueza en bienes raíces extraterritoriales en estas zonas es de tres.400 millones de dólares americanos. 

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Mercedes Cruz Ocaña