Emprender es un acto de amor. No un amor ciego e irracional sino más bien un amor inteligente y apasionado.

Hoy la moda es emprender. Nadie desea ser llamado autoempleado, cuentapropista, autónomo o empresario, todos desean ser emprendedores. Y es una genial nueva que sea así, por el hecho de que el emprendedor va un paso más allá: buscar añadir valor, progresar la vida de las personas y su comunidad.

Emprender es un acto de amor. No un amor ciego e irracional sino más bien un amor inteligente y apasionado.

Para añadir valor es preciso  oír y observar a los otros; eso es amor.

Emprender para asistir a la gente a solucionar sus inconvenientes, es amor.

Iniciar un emprendimiento que mejore la vida de las personas no solo es fuente de ingresos y generador de trabajos, asimismo es amor y comestible para el ánima.

Co-crear en vez de competir es una parte del paradigma de la nueva economía.

El capitalismo consciente, el consumo responsable, el cuidado ambiental, el apego a las leyes son facetas del amor en los emprendimientos.

Que los cooperadores se sientan felices, escuchados e esenciales asimismo es amor en el emprendimiento.

Muchas grandes compañías hacen del amor una parte de su cultura organizacional. Danny Meyer, creador de múltiples reputados restaurants de New York, afirma que la base de su éxito es “Cuidarnos los unos a los otros, dedicar atención a los comensales, velar por la comunidad y por los proveedores preocuparnos por los inversores y la rentabilidad, en orden decreciente de importancia”. Paul Galvin, creador de Motorola resume la filosofía de su empresa en dos palabras: “Amar y realizar. Y la segunda nunca ocurrirá hasta que no haga la primera”.

Si vas a emprender está realmente bien que pienses en todos y cada uno de los aspectos económicos del negocio, que proyectes buenas ganancias y te visualices viviendo la vida que soñás vivir, mas no te olvides jamás de querer e inyectar amor en el negocio.

Brian Bacon, Fundador de la Oxford Leadership Academy cuenta que en ocasión del 50° aniversario de las Naciones Unidas fue convidado a disertar al lado de gurúes del liderazgo y el management de la talla de Peter Drucker, Peter Senge o Michael Hammer. Al concluir la conferencia, los asistentes llenaron un cuestionario citando como fue la conversación que más los impactó. Para sorpresa de todos, la Madre Teresa de Calcuta quedó la primera en el ranking, y lejos del segundo. Curiosamente, no formaba una parte del panel de conferenciantes, sino había sido convidada a dar un pequeño mensaje al final. De hecho, no charló más de treinta segundos. Su charla fue:

—   Así que desean mudar a la gente. Pero ¿conocen a vuestra gente? ¿Y la quieren? Porque si no conocen a las personas, no va a haber entendimiento, y si no hay entendimiento, no va a haber confianza, y si no hay confianza, no va a haber cambio.

— ¿Y desean a vuestra gente? Porque si no hay amor en lo que hacen, no va a haber pasión, y si no hay pasión, no van a estar dispuestos para aceptar peligros, y si no están dispuestos para aceptar peligros, nada cambiará.

—   Así que, si desean que vuestra gente cambie, piensen ¿conozco a mi gente?, ¿y deseo a mi gente?

Los asistentes a esas jornadas pagaron usd cinco mil por oír a los máximos referentes empresarios, mas acabaron escogiendo la conversación de Madre Teresa como la más inspiradora. Ese es el poder del amor en acción.

Khalil Gibrán, el enorme versista libanés, lo describe realmente bien en su poema “El don del amor”:

“Y qué es trabajar con amor?

Es tejer la prenda con hilos reforzados

desde su propio corazón,

como si su ser amado

fuese a usar esa prenda.

Es llenar todas las cosas que usted inventa

con una emanación de su propio espíritu.

El trabajo es el amor que se hace visible.

Y si usted no puede trabajar con amor sino solo

con desagrado, es mejor que deje su trabajo,

se siente en la puerta del templo y recoja las

limosnas de aquellos que trabajan con placer”

Feliz semana, feliz vida, felices emprendimientos

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.