La seguridad alimentaria se ha convertido en un asunto clave de la agenda global. Con la guerra en Ucrania, la subida de los precios de la energía y los fertilizantes y la escasez de algunas producciones, el hambre ha golpeado en diferentes partes del mundo. El foro organizado por Forbes Hispano y la Cámara de Comercio España-Estados Unidos abordó la cuestión desde diferentes ángulos: la perspectiva de las organizaciones de ayuda y desarrollo, el punto de vista empresarial y la aportación de las organizaciones no gubernamentales.
Mario Lubetkin, representante regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), señaló que “el tema de la seguridad alimentaria vino para quedarse, como el cambio climático o la crisis energética”. Repasó los factores explosivos que han afectado y agravado el problema del hambre y la escasez alimentaria en los últimos años, como la pandemia, la guerra, el coste de la energía y el cambio climático.
También intervino Álvaro Lario, presidente de FIDA, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, una agencia especializada de las Naciones Unidas cuyo objetivo es proporcionar fondos y movilizar recursos adicionales para promover el progreso económico de los habitantes en situación de pobreza de zonas rurales, principalmente mejorando la productividad agrícola.
Lario subrayó cómo se ha quebrado la tendencia en la reducción del hambre. “Tras la guerra de Ucrania, muchos jefes de Estado y de Gobierno en África y en Latinoamérica están poniendo por primera vez en el centro de sus políticas la seguridad alimentaria como un asunto de seguridad nacional”, indicó, recordando que Europa y Estados Unidos lo han hecho durante décadas, pero buena parte de los países de África y Latinoamérica son muy vulnerables en sus producciones y vulnerables a los shocks externos. “La comunidad internacional empieza a darse cuenta de la importancia de la producción local y de la integración de mercados regionales”, señaló. “Nosotros nos enfocamos en la última milla, en los pequeños agricultores, en los jóvenes. En los últimos tres años, nuestro programas han aumentado los ingresos de 77 millones de personas”, añadió.
La óptica empresarial la aportó Carlos Ignacio Gallego, presidente del Grupo Nutresa. “Desde el mundo empresarial hoy estamos muy lejos de las empresas que tenían una estrategia pensada solo hacia dentro y lo que estamos haciendo es preocuparnos más por el otro, por los grupos relacionados. Nos tenemos que preocupar por las expectativas y las necesidades de los demás”, indicó. “En el caso del Grupo Nutresa, cuando hicimos ese ejercicio de mirar al otro, de mirar hacia afuera, nos encontramos la realidad del problema del hambre”.
Acceso a la comida
Según Gallego, “en Latinoamérica, cuando uno habla de seguridad alimentaria se funden los objetivos de cero hambre y el de lucha contra la pobreza”. “Hay gente que se sorprende de que con tanta tierra y con tanta agua, haya hambre. Es muy simple: hay hambre porque no basta que se puedan producir alimentos: se necesita que la población pueda acceder a ellos. Luchar contra el hambre es al mismo tiempo cuestionarnos las oportunidades que estamos generando y cómo logramos que haya acceso. No basta que haya tierra. Tampoco basta que haya tierra si no hay productividad o si sembramos lo que no es, porque estaríamos condenando a esas poblaciones a tener productos que no van a poder comercializar o condenar a la población a que compre cosas más costosas, profundizando el ciclo de pobreza”, argumentó.
Gallego incidió en que desde el mundo empresarial hay una gran cantidad de oportunidades de trabajar en la producción de más alimentos, en aumentar la productividad, pero también en la creación de ingresos y el desarrollo de capacidades para comunidades. “No estamos hablando de un tema de lástima ni asistencial, sino en cómo las empresas se atreven a trabajar con otros para que el otro sea capaz de salir adelante. En las empresas podemos hacerlo por convicción, porque creemos que es nuestra responsabilidad, y otra por obligación, porque la sociedad va a llegar a demandarlo. Si una organización no ayuda a la solución de los problemas más grandes de la sociedad con que interactúa, la misma sociedad se lo va a pedir”, explicó. El presidente de Nutresa señaló que en esta cuestión está la oportunidad de poner en práctica el objetivo de desarrollo sostenible número 17, que habla de las alianzas para el logro de los objetivos. “Esos problemas tan grandes no los resuelve nadie solo. Lo que podemos hacer los empresarios, que normalmente tomamos un plan y lo volvemos realidad, es acelerar la solución, pero solos no podemos, tenemos que trabajar juntos”.
Ana Catalina Suárez, directora de Estrategia e Innovación de The Global Foodbanking Network apuntó a la “brecha de género” que acarrea el hambre, que en Latinoamérica la sufren un 10% más de mujeres que de hombres. El hambre en los niños afecta a su desarrollo intelectual y el hambre y la pobreza se entremezcla. Suárez también ha subrayado el papel del tercer sector, de la sociedad civil organizada, de las organizaciones que combaten el problema. Además, incidió también en cómo afecta el cambio climático a la población más vulnerable, en cómo el problema de la seguridad alimentaria se transforma en un problema político y en cómo el coste de los alimentos incide en el hambre.