Las elecciones autonómicas en Extremadura, que se llevaron a cabo el pasado domingo, dejaron claro el dominio del Partido Popular (PP), que logró cosechar el 43% de los votos y aseguró 29 de los 65 escaños disponibles. Sin embargo, la actual presidenta regional, María Guardiola, no logró el objetivo que tenía en mente. A pesar de la victoria, no alcanzó la tan ansiada mayoría absoluta, y Vox salió fortalecido, pasando de 5 a 11 escaños.
La derrota del PSOE fue contundente, evidenciando una crisis interna. El candidato, Miguel Ángel Gallardo, se encuentra en una situación complicada debido a su implicación en un caso judicial relacionado con la plaza que obtuvo en Badajoz y una intentona fallida de conseguir un aforamiento que le hubiese brindado protección legal. Con esta votación, los socialistas sufrieron su peor resultado histórico, perdiendo un tercio de sus escaños en la Asamblea.
Un factor que sorprendió fue el crecimiento de la coalición entre Podemos e IU, que amplió su representación de 4 a 7 escaños. Este resultado podría también cambiar el panorama político en la región.
La Dificultad de Gobernar
Guardiola, reconocida por su reluctancia a pactar con Vox y sus enfrentamientos con su líder, Santiago Abascal, se encuentra ahora ante el desafío de buscar el apoyo de la ultraderecha para gobernar. Aunque el PP tiene más votos que toda la izquierda reunida, conseguir la abstención de Vox podría ser complicado, especialmente tras las anteriores dificultades para acordar sobre los presupuestos regionales.
El PP ha trazado un calendario para elecciones autonómicas en diversas regiones como Aragón, Castilla y León, y Andalucía, lo que podría intensificar los problemas de los socialistas. Sin embargo, sería equivocado atribuir la caída del PSOE solamente al desgaste nacional del partido, que ha estado bajo la lupa por escándalos de corrupción y acoso en su sede central. La candidatura de Gallardo generó dudas, lo que también influyó en el voto. Muchos electores decidieron castigar al Gobierno central, optando por otros partidos o eligiendo la abstención.
A pesar de su victoria, el PP tiene mucho que ponderar. Este triunfo debería ser un llamado de atención tanto para el partido como para el Ejecutivo de Sánchez, que debe reflexionar seriamente sobre los pasos a seguir. En este escenario político cambiante, la estrategia futura será crucial para ambos bandos.
