La desconfianza en inteligencia artificial (IA) está en auge, y eso es algo que conocen muy bien los fundadores de Maisa, David Villalón y Manuel Romero. Con sede en Valencia, estos ingenieros han tomado la iniciativa de desentrañar “la caja negra” de la IA para comprender cómo se generan sus respuestas. Actualmente, aseguran que las respuestas de herramientas populares como ChatGPT son poco fiables, un lujo que el mundo corporativo no puede permitirse. Con su plataforma, Maisa busca que las empresas de sectores tan exigentes como las finanzas y las telecomunicaciones analicen de manera precisa el funcionamiento de la IA, desde las fuentes que utiliza hasta los errores que comete.
¿Por qué es crucial entender la IA?
Romero señala que muchas compañías han comenzado a darse cuenta de que las soluciones de IA más utilizadas son sistemas complejos con trillones de parámetros que, en muchos casos, ni los propios desarrolladores comprenden completamente. Esta inquietud llevó a Maisa a crear su motor KPU, una herramienta innovadora que permite a los usuarios rastrear de manera detallada el origen de cada respuesta generada por la IA, algo que muchos modelos de lenguaje no ofrecen. Su enfoque está dirigido especialmente a sectores donde un margen de error del 0,5% es inadmisible y donde la regulación exige una auditoría minuciosa del funcionamiento de la IA.
Villalón advierte sobre los desafíos a futuro: “Cuando la IA sea capaz de procesar datos a una velocidad 100 veces mayor, ¿cómo podremos identificar sus errores?”. Con esto en mente, Maisa se posiciona para auditar tareas críticas en ámbitos como la gestión de préstamos, la supervisión de la cadena de suministro o el procesamiento de facturas. La inversión en esta tecnología comienza en los 70.000 euros, dependiendo de las necesidades de cada empresa.
Los retos de la fiabilidad
Parte de los problemas que enfrentan los modelos de lenguaje, como el mencionado ChatGPT, son lo que se conoce como “alucinaciones”, donde la IA genera información imprecisa o ficticia. Esto ocurre debido a que los datos que alimentan estos sistemas son dinámicos y en constante evolución, lo que significa que su confiabilidad puede disminuir con el tiempo.
Villalón destaca la importancia de ofrecer soluciones útiles en un momento donde la adopción de la IA parece haber encontrado un estancamiento. Un estudio del MIT revela que, en Estados Unidos, solo el 5% de las empresas obtiene beneficios de sus proyectos de IA. Villalón argumenta que las fallas en la integración de estos sistemas en los flujos de trabajo son la principal causa del desinterés. Para abordar este desafío, Maisa está desarrollando una plataforma que incluye “trabajadores digitales” capaces de automatizar tareas y cuyas decisiones pueden ser monitoreadas.
En términos de financiación, Maisa ha tenido un año exitoso, asegurando 4,8 millones de euros en diciembre y 21,4 millones adicionales en una ronda de inversión liderada por Creandum, conocido por participar en empresas como Spotify y Klarna. Además, la compañía valenciana ha sido recientemente destacada por Gartner como uno de los proveedores relevantes en el campo de la IA.
Hacia el futuro
Romero se muestra optimista al afirmar que están desarrollando tecnología a la par con gigantes del sector. “Es esencial que nuestro equipo mantenga un ritmo constante, ya que mantenerse al día con los avances del mercado es vital”, expresa Villalón. Este capital será fundamental para abrir oficinas en Londres y Nueva York, así como para expandir su equipo a 60 personas antes de fin de año.
Villalón considera que su tecnología está orientada más hacia el futuro que al presente inmediato. A medida que la inversión en IA sigue creciendo y los modelos de lenguaje demandan más datos para el entrenamiento, el dilema se vuelve grave. “Si en una década encontramos una terapia efectiva para el Alzheimer y no entendemos cómo lo hicimos, ¿qué nos quedará? Perderemos nuestra capacidad de aprendizaje, que es fundamental para nuestra humanidad”, concluye.
Maisa se está posicionando no solo como una respuesta a la desconfianza que rodea a la IA, sino como un faro de claridad en un mundo donde la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa.
