Han transcurrido casi dos décadas desde la crisis financiera global y cinco desde la pandemia, episodios que han impactado de manera significativa en la economía de España. En la actualidad, el panorama empresarial muestra señales de recuperación y adaptación, aunque los retos estructurales aún son evidentes.
La realidad empresarial española
Con alrededor de 3,3 millones de empresas registradas, España reafirma su resiliencia en el sector. Sin embargo, la elevada atomización del tejido empresarial es motivo de preocupación: más del 95% de estas empresas son microempresas o negocios unipersonales. Esta estructura tiene un impacto directo en la capacidad de generar valor añadido y competir en un entorno global cada vez más desafiante.
A pesar de esta percepción extendida, la media de empleados por empresa en España es de 4,6, similar a la media europea de 5,0. Sin embargo, la productividad de las empresas españolas, medida en términos de valor generado por empleado, se encuentra, en general, por debajo de la de sus competidores europeos. Este fenómeno pone de manifiesto un déficit en competitividad que no puede ser resuelto únicamente incrementando el tamaño de las empresas.
La alta rotación empresarial
Uno de los rasgos más destacados de la economía española es su alta rotación empresarial. Cada año, más de 300,000 nuevos negocios surgen y otros tantos desaparecen, con más del 50% de ellos sin sobrevivir más de cinco años. Esta fragilidad es particularmente notable entre los negocios unipersonales, que representan el 80% de las nuevas inscripciones. A pesar de que estos índices son similares a los de la media europea, siguen siendo elevados independientemente de las condiciones económicas. Así, es fundamental no solo fomentar la creación de empresas, sino también proporcionar el apoyo necesario para garantizar su sostenibilidad.
Transformación de las pymes
A pesar de estas limitaciones, las pequeñas y medianas empresas (pymes) en España han experimentado una notable transformación financiera. Han logrado mejorar su rentabilidad y alinearse con sus homólogas europeas gracias a un aumento en su solvencia. De hecho, la proporción de recursos propios sobre el total de activos ha pasado del 25% al 50%. Además, han accedido a condiciones de crédito más favorables; incluso, el capital de riesgo ha empezado a desempeñar un papel crucial, ofreciendo recursos, asesoramiento y una red de contactos que reflejan un giro hacia una estrategia empresarial más robusta.
El papel de las empresas medianas
Es importante resaltar la contribución de las empresas medianas a la economía española. Este segmento, que factura cerca de 250,000 millones de euros y emplea a más de un millón de personas, representa casi el 4% de la población ocupada. Sin embargo, aunque su productividad es superior al promedio, todavía enfrenta limitaciones que requieren atención. El gran desafío consiste en potenciar su crecimiento cualitativo en vez de centrarse únicamente en el volumen.
Fortalecer a estas empresas medias resulta crucial para cerrar la brecha con Europa y construir un tejido empresarial más competitivo y sostenible, lo que a su vez beneficia a la economía en su conjunto.
Pablo Guijarro e Irene Peña, profesores de Afi Global Education, nos ofrecen una perspectiva clara y fundamentada sobre el estado actual y futuro del emprendimiento en España.
