Clamor en el Reino Unido: Urgencia de un Cambio Radical en la Oferta

Clamor en el Reino Unido: Urgencia de un Cambio Radical en la Oferta

El desasosiego económico que ha envuelto a Europa durante casi dos décadas amenaza con alterar el panorama político del continente. Esta semana, Donald Trump no escatimó en criticas al calificar a Europa como “en decadencia”, mientras que su nueva Estrategia de Seguridad Nacional cuestiona la fortaleza económica de varios países europeos, sugiriendo que no son aliados fiables. Estas afirmaciones, aunque directas, reflejan una realidad preocupante: los ingresos en Europa se han estancado desde la crisis financiera. En 2024, el PIB per cápita en EE. UU. era un 24% más alto que en 2007, mientras que Alemania apenas había crecido la mitad y el Reino Unido solo un cuarto.

Repercusiones en la política europea

Este panorama adverso impacta fuertemente a los principales partidos políticos. En el Reino Unido, el Partido Laborista, actualmente en el poder, ha sufrido los peores resultados electorales en su historia, tan solo 18 meses después de haber capturado casi dos tercios de los escaños en la Cámara de los Comunes. La pérdida ha abierto la puerta a partidos emergentes como el Partido Verde, que ha visto duplicar su apoyo en las encuestas, acercándose a su principal competidor.

Los Verdes argumentan que el estancamiento del nivel de vida es consecuencia de la austeridad impuesta al sector público desde 2010 y de normas presupuestarias restrictivas. Plantean la necesidad de reactivar el gasto público, pero este análisis no parece soportar un examen más profundo.

Dificultades estructurales

Lejos de haber disminuido, la participación del Estado en la economía británica ha crecido desde finales de los años 90, alcanzando en 2010 más del 19% de valor añadido bruto. La austeridad logró reducirla al nivel previo a 2008, pero ahora nuevamente se sitúa cerca del 20%.

La verdadera causa del estancamiento económico en el Reino Unido está ligada a la caída de la productividad. Antes de 2007, el PIB por hora trabajada crecía un 2.1% anual; desde la crisis, este crecimiento se ha desplomado a un lamentable 0.6%. Este declive no se debe a una falta de demanda, sino a problemas del lado de la oferta.

Obstáculos en la economía británica

Para que la economía recupere su vigor, es esencial fomentar un entorno que facilite el acceso a factores de producción como suelo, mano de obra, energía y capital. El Reino Unido enfrenta serios impedimentos, empezando por la regulación del uso del suelo. Por ejemplo, el proceso de aprobación para el túnel de Lower Thames Crossing, considerado una prioridad nacional hace 14 años, sigue sin iniciar con un dossier de casi 360,000 páginas.

La mano de obra también es un factor crítico. La finalización de la libre circulación entre el Reino Unido y la UE, junto con un sistema de inmigración menos eficiente, ha creado carencias en el mercado laboral, mientras que 850,000 residentes han dejado de ser parte de la fuerza laboral entre 2019 y 2024.

En el ámbito energético, el Reino Unido se ha comprometido a una transición verde, pero esto ha llevado a un incremento notable en los precios de electricidad industrial, hasta el doble de la media de otras grandes economías europeas.

Desafíos financieros

En términos de financiamiento, la brecha entre el Reino Unido y EE. UU. se ha ampliado. Mientras los bancos estadounidenses lograron mantener un crecimiento en el crédito tras la crisis, las jurisdicciones europeas y británicas tuvieron que limitar los préstamos, resultando en una caída del 25% y 28% en el crédito real, respectivamente.

El Gobierno laborista ha comenzado a abordar estos desafíos. Ha presentado un proyecto de ley de planificación e infraestructuras, y se han relajado ciertos requisitos regulatorios que limitaron el acceso a capital. Sin embargo, la energía sigue siendo un tema pendiente, y se ha sugerido que avanzar con cautela en la transición energética podría ser más beneficioso en el largo plazo.

El Partido Laborista tiene la oportunidad de mostrar que una reforma enfocada en la oferta puede reactivar la economía europea sin depender de un crecimiento del gasto público. Es crucial que se fijen metas claras para atraer inversión privada y rejuvenecer el sector.

En conclusión, Europa se encuentra en un punto de inflexión, donde la política y la economía deben trabajar de la mano para encontrar un camino viable hacia un futuro más robusto y sustentable.