Aceptado por incluso los más escépticos de la derecha, la economía española está en plena ascensión. Sin embargo, surge una inquietante serie de preguntas que necesitamos enfrentar: ¿Hacia dónde se dirige esta economía en auge? ¿Quiénes se benefician realmente de este impulso? Y, lo más crucial, ¿cuánto tiempo podrá mantener este ritmo?
La Proyección de Crecimiento
La OCDE ha elevado sus previsiones para España, pronosticando que seremos la locomotora de crecimiento en la zona euro durante 2025 y 2026. Nos posicionamos para crecer ocho veces más que Alemania y cuatro más que Italia y Francia. Pero, ¿realmente estamos avanzando hacia un modelo económico renovado? Aunque el cohete despegó con fuerza, parece que aún estamos anclados en un modelo de servicios tradicional, centrado en el turismo y otros sectores con baja capacidad tecnológica y mano de obra no especializada.
La Realidad de la Competitividad
La situación actual muestra un aumento del grado de digitalización en nuestras empresas y un crecimiento en sectores tecnológicos avanzados como la defensa y el sanitario. Sin embargo, los fondos de los Next Generation no han tenido el impacto esperado en la transformación del tejido económico español.
El uso de inteligencia artificial (IA) aún es limitado y sus efectos se sienten más en el empleo que en la productividad. La mayoría de nuestras empresas son pequeñas y microempresas que luchan por competir en un entorno europeo donde la innovación y el valor añadido son claves.
Desigualdad en el Cohete
Ahora bien, ¿quiénes realmente están a bordo de este cohete? Las cifras son alarmantes y desmienten la narrativa de un gobierno progresista. La brecha entre ricos y pobres se ha ampliado, con beneficios empresariales y patrimoniales en rápido crecimiento, mientras que los salarios están estancados. La dificultad de acceso a la vivienda y el alto desempleo juvenil, que alcanza el 25%, revelan un panorama desolador para las nuevas generaciones.
Más de 12 millones de personas en España (26% de la población) viven en riesgo de pobreza, y la pobreza infantil roza el 30%, una de las cifras más altas de Europa. Las políticas sociales, como el ingreso mínimo vital, han fracasado en su implementación, dejando a muchas familias a merced de ONGs y comedores sociales que no dan abasto.
Un Sistema de Financiación Desigual
La ineficiencia del modelo de financiación de las comunidades autónomas ha incrementado la desigualdad en el acceso a servicios públicos. Una diferencia de 950 euros per cápita entre las comunidades mejor y peor financiadas es insostenible. Sin embargo, la reforma de este sistema, necesaria y urgente, parece estar atrapada en la polarización política actual.
La creciente disparidad social, territorial y generacional hace que no todos los ciudadanos puedan disfrutar de los beneficios de la economía nacional. Esta dualidad crea un sentimiento de que la recuperación está favoreciendo a unos pocos, mientras que otros quedan atrás.
¿Un Futuro Incierto?
Con un cambio en el modelo de crecimiento, del consumo público a una mayor inversión y consumo doméstico, nos encontramos en un contexto de desaceleración global. Aunque es prematuro prever un estancamiento absoluto, el regreso a la construcción de vivienda, vital para la economía, podría sonar a un retorno a métodos de crecimiento criticados por el actual Gobierno.
La realidad es que, aunque los logros administrativos son innegables, el panorama político presenta un desafío monumental. Sin una política clara de redistribución, es difícil visualizar un futuro equitativo para todos. Como sostiene Jordi Sevilla, economista, «nuestra economía es un éxito administrativo que oculta un gran fracaso político».
Este es un llamado a la acción, a enfrentar las preguntas que hemos estado evadiendo y a encontrar el enfoque necesario para que todos podamos viajar en el cohete de la economía española.
