Alemania enfrenta prolongada crisis industrial en busca de estímulos fiscales

Alemania enfrenta prolongada crisis industrial en busca de estímulos fiscales

Algunas curvas reveladoras sobre la economía alemana

En las últimas semanas, el canciller alemán Friedrich Merz ha estado utilizando un gráfico contundente que ilustra la situación económica de Alemania: de tres curvas que representan el gasto público, las inversiones privadas y el crecimiento del producto interno bruto (PIB), solo una muestra una tendencia al alza. Esa es la curva del gasto público. En contraste, las inversiones privadas disminuyen y el PIB sigue estancado. Merz, líder del partido democristiano, ha instado a su grupo parlamentario a acercar las tres curvas, aumentando las inversiones privadas y reorientando el gasto público hacia áreas productivas. Su mensaje es claro: “Si no lo conseguimos, habremos fracasado”.

Seis meses después de asumir el cargo, el panorama sigue siendo sombrío. A pesar de las promesas de un repunte económico visible para el verano, las cifras son decepcionantes. El crecimiento del PIB se ha mantenido casi plano, con una variación del 0% en el tercer trimestre, -0.2% en el segundo y 0.3% en el primero. Las industrias alemanas, golpeadas por aranceles estadounidenses y la competencia china, también están lidiando con caídas de beneficios y despidos. El plan de inversión de un billón de euros, diseñado para renovar la infraestructura y el sector defensivo, aún no ha dado frutos.

Katherina Reiche, ministra de Economía, ha advertido que «Alemania corre el riesgo de quedar descolgada». Con el ala liberal del Gobierno haciendo eco de estas preocupaciones, Lars Klingbeil, presidente del partido socialdemócrata, enfatiza la necesidad de garantizar empleos y fomentar el crecimiento. Sin embargo, el crecimiento del PIB se ha estancado desde 2019, con solo un 0.3%, en contraste con un incremento del 12% en EE. UU. y 5% en Italia.

La inquietud es palpable y se empiezan a cuestionar las capacidades de la coalición de Merz, en medio de reformas que no terminan de concretarse por disputas internas. En este contexto, economistas como Lars Feld alertan que «la situación es mala», y critican la política de endeudamiento impulsada por el Gobierno. Con el temor de una «italianización» de Alemania, se anticipan años de estancamiento.

Perspectivas económicas: optimismo cauteloso

A pesar de las críticas, hay voces que sugieren que aún hay razones para el optimismo. Robin Winkler, economista jefe para Alemania en Deutsche Bank, comenta que «los próximos meses serán mejores», gracias a que los esfuerzos fiscales finalmente podrían comenzar a mostrar resultados. Para Winkler, se espera un crecimiento leve del 0.2% en 2025 y del 1.5% en 2026, aunque subraya que se necesitarán reformas a largo plazo para asegurar un crecimiento sostenible.

Sin embargo, las expectativas del nuevo Gobierno se han visto empañadas por la falta de incentivos inmediatos para la inversión privada. La coalición se distrajo en debates internos durante el verano, lo que ha contribuido al nerviosismo industrial, donde se teme la caída de beneficios y competencias en el sector.

El área industrial enfrenta desafíos significativos, con un declive que ha resultado en la pérdida de unos 250.000 empleos desde 2017. La crisis se ve alimentada por altos costos y una incertidumbre generalizada. En el sector del acero, se estima que están en riesgo más de 600,000 puestos de trabajo. Por su parte, las grandes marcas automovilísticas, como Volkswagen y BMW, han visto caer sus beneficios en un 46% en comparación con el año anterior.

En resumen, Alemania se encuentra en una encrucijada económica, donde la necesidad de reformas y ajustes se vuelve urgente para evitar un estancamiento prolongado. Aunque hay quienes vislumbran un camino hacia la recuperación, es fundamental que el Gobierno actúe con determinación para enfrentar los retos que se avecinan. Las decisiones que tome ahora tendrán un impacto duradero en el futuro económico del país.