La crisis política actual en Francia ha dado lugar a una manifestación inusual: los empresarios salen a protestar. En el centro de esta movilización se encuentra la controvertida «tasa Zucman», un nuevo impuesto sobre grandes patrimonios —específicamente aquellos que superan los 100 millones de euros— que ha encendido el debate entre izquierdas y derechas en el país. Inspirada en una propuesta de 2024 del reconocido economista Gabriel Zucman, esta medida busca corregir las desigualdades fiscales que benefician a los ultrarricos.
Aunque la protesta de los empresarios fue cancelada debido a la inestabilidad gubernamental, el tema sigue siendo caliente en la Asamblea Nacional. Los socialistas han tomado la delantera, argumentando que gravar a los más ricos es crucial para estabilizar el gobierno. Este enfrentamiento refleja un dilema creciente en Europa: ¿deben los muy ricos contribuir más a los sistemas fiscales que, con demasiadas fallas, parecen diseñados para proteger sus intereses?
## ¿Por qué es necesaria la tasa Zucman?
«Europa no puede tener un sistema fiscal sostenible si los más ricos contribuyen menos que los trabajadores comunes», afirma Giulia Varaschin, asesora política en el Observatorio Fiscal de la UE. Según sus cálculos, la renta generada por esta nueva tasa podría ascender a unos 20.000 millones de euros anuales en Francia, equilibrando el sistema fiscal con principios de justicia y equidad.
No todos están de acuerdo. Cristina Enache, economista en la Tax Foundation Europe, argumenta que estos impuestos podrían afectar negativamente los salarios, la inversión y, en última instancia, el empleo. Asegura que las consecuencias redistributivas serían limitadas y que podrían impulsarse fugas de capital hacia lugares con regímenes fiscales más laxos.
La situación fiscal actual presenta un desfase notable. Según un estudio de la Universidad de California en Berkeley, que contó con la participación de Zucman, los 400 estadounidenses más ricos pagan una tasa efectiva de solo 23,8%, considerablemente menos que el 30% del ciudadano promedio y el 45% de los trabajadores más capacitados.
## Un enfoque global a la cuestión fiscal
Esta tendencia no es única de Estados Unidos; en países como Francia, los ultrarricos —definidos como aquellos con más de 1.000 millones de euros— también disfrutan de tasas impositivas que a menudo son inferiores al 20%. En España, con algo más de 30 milmillonarios, la situación es similar. Estudios señalan que el 1% más adinerado paga un porcentaje efectivo en impuestos menor que los grupos menos favorecidos.
La propuesta de Zucman se origina en un contexto donde la riqueza de los multimillonarios representa alrededor del 13,5% del PIB mundial. Si se implementara esta tasa, que gravaría al menos un 2% del patrimonio total de los ricos, se podrían generar unos 250.000 millones de dólares en ingresos adicionales, un potencial que no puede ser ignorado.
Sin embargo, no todos los expertos ven con buenos ojos la implementación de este tipo de impuestos. Gregorio Ordóñez, director del Instituto de Estudios Económicos de España, sostiene que la imposición patrimonial tiende a distorsionar la actividad económica, afectando la inversión y provocando deslocalización. Para Ordóñez, gravar la riqueza productiva, es decir, las empresas, es injusto, ya que el capital ya enfrenta cargas tributarias.
En este debate, se plantea una cuestión crítica: ¿cómo diseñar un sistema de impuestos que grave la riqueza sin inducir efectos negativos en la economía? José María Durán, profesor de la Universidad de Barcelona, señala que la complejidad de definir qué se grava y qué no es esencial. “No todas las riquezas son iguales”, advierte, sugiriendo que se deben considerar aspectos como la valoración de activos y la cooperación internacional para evitar la evasión.
La discusión sobre la tasa Zucman continúa siendo polarizante, revelando un conflicto profundo sobre la equidad fiscal y el futuro de las economías en Europa y más allá. En este contexto, el camino hacia una recaudación más justa y eficiente se enfrenta a múltiples desafíos y disensos, dejando claro que una solución unificada es aún un objetivo lejano.
