Con apenas un teléfono móvil al alcance de la mano, nuestras capacidades cognitivas caen un 12%. Cada vez que nos distraemos, tardamos un promedio de 47 segundos en reconectar nuestra atención, y necesitamos 23 minutos para volver a concentrarnos. Esta alarmante realidad es parte de la creciente desconexión que experimentamos en un mundo saturado de estímulos efímeros, señala Marta Romo, experta en neurociencia y directora de la consultora BeUp. En su nuevo libro, Hiperdesconexión, publicado por Roca Editorial, la autora nos invita a reflexionar sobre la necesidad de desacelerar nuestro ritmo de vida y redescubrir nuestros valores.
La Tecnología y Nuestro Estilo de Vida
Marta Romo no considera la tecnología como la villana de la historia; más bien, la ve como un potenciador de nuestro estilo de vida acelerado. “El problema radica en nuestras prisas y en la falta de presencia”, advierte. Aunque la tecnología nos promete mayor productividad, muchas veces nos lleva a hacer más en menos tiempo, lo que contribuye a nuestra deshumanización. En lugar de aprovechar esos momentos para conectar con los demás o con nosotros mismos, estamos atrapados en un ciclo de consumo rápido y entretenimiento vacío.
Romo propone aprovechar ese tiempo para reflexionar, aprender o simplemente disfrutar de momentos genuinos de conexión. Sin embargo, reconoce que la fatiga mental que enfrentamos a diario dificulta esta tarea. “Vivimos en un estado de agotamiento constante. Estamos tan anestesiados que recurrimos a distracciones vacías”, explica.
Rompiendo el Ciclo de la Distracción
Para salir de esta espiral tóxica, la experta sugiere un enfoque sistémico que permita recomponer las partes de nosotros que se han fragmentado. “Debemos aprender a elegir en qué concentrarnos y escuchar las señales de nuestro cuerpo”, sugiere. Una atención consciente nos puede acercar a nuestro propósito y evitar que deleguemos cosas tan esenciales como nuestra memoria a dispositivos como GPS y agendas digitales.
Uno de los relatos sorprendentes que aporta Romo es el llamado “efecto Flynn”, donde las pruebas de coeficiente intelectual de las nuevas generaciones muestran resultados inferiores a los de sus padres. Esto indica un empobrecimiento cognitivo alarmante que ya se manifiesta en niños y adolescentes.
Desafíos Sociales y la Necesidad de una Reingeniería
¿Sabemos realmente las implicaciones de esta transformación? A pesar de algunos esfuerzos en países como Australia para limitar el acceso de jóvenes a redes sociales, Romo destaca que hay intereses ocultos detrás de esta desconexión. “Es una reingeniería social que parece diseñarse para evitar que cuestionemos la realidad que vivimos. Desde las instituciones hasta las multinacionales, interesa que permanezcamos anestesiados”, afirma.
El fenómeno no se limita a los jóvenes; adultos también buscan alivio en series y entretenimiento. Romo observa que mientras las personas niegan sufrir los efectos del “brain rot”, en conversaciones se dan cuenta de que su vida cotidiana está llena de distracciones que las llevan a desconectar.
La Importancia del Autocuidado y el Diálogo
Una de las claves para combatir esta situación es el autocuidado, comenzando desde los padres. “No podemos perder nuestras habilidades comunicativas. Mantener conversaciones significativas con nuestros hijos es crucial”, enfatiza. Romo sugiere que los dispositivos no deben ser una “niñera digital” que sustituya el tiempo de calidad.
La solución no es solo añadir tareas a nuestra agenda, sino eliminar compromisos que nos absorben. “No se puede ser la madre, amiga y trabajadora perfecta. Es esencial priorizar”, concluye.
Marta Romo nos invita a repensar nuestros hábitos y a tomar acción hacia un futuro que promueva la conexión genuina, tanto con los demás como con nosotros mismos. En tiempos de hiperconexión, reconectar con nuestras raíces humanas parece más esencial que nunca.
