La encrucijada electoral de Almaraz y sus implicaciones en Extremadura
El 1 de noviembre se acerca rápidamente y con él el deadline para que las compañías que operan la central nuclear de Almaraz, situada en Cáceres, presenten sus solicitudes para extender la vida útil de la planta y el plan para su desmantelamiento. Esta situación no es contradictoria: las empresas esperan que se apruebe la prórroga antes de tener que implementar el plan de cierre, que, de acuerdo a las previsiones, no sucederá antes de marzo. Sin embargo, el panorama se complica aún más con la inminente convocatoria de elecciones en Extremadura, después de que Vox se negase a apoyar los presupuestos de la presidenta regional, María Guardiola.
En este contexto, es posible que los debates electorales en Extremadura, aún sin fecha definida, se crucen con la decisión del Gobierno sobre Almaraz. Si no hay acuerdo, la planta podría cerrar en noviembre de 2027. Esta situación pone al PSOE frente a un dilema complicado. Aunque el partido impulsó el acuerdo para el cierre de las nucleares en 2019, cuando Teresa Ribera ocupaba el cargo de ministra de Transición Ecológica, su programa electoral para 2023 y su pacto con Sumar incluyen claramente el cierre de todas las nucleares entre 2027 y 2035. Esta postura fue asumida antes de que surgieran dudas sobre la estabilidad del sistema eléctrico español y la guerra en Ucrania, la cual ha resaltado la necesidad de reducir la dependencia de importaciones de gas de países como Rusia.
El Ministerio de Transición, dirigido por la vicepresidenta Sara Aagesen, se enfrenta a una decisión crucial en un contexto electoral. El apoyo a la prórroga de Almaraz es amplio en la región, no solo por las necesidades energéticas, sino también por su impacto económico: la planta representa un 5% del PIB regional y genera 3,800 puestos de trabajo directos e indirectos. Si bien tanto el PP como Vox abogan abiertamente por la extensión, el PSOE de Extremadura también muestra su respaldo, al menos hasta que surjan alternativas económicas comparables para la zona.
La derecha se siente segura en este asunto, mientras que la izquierda navega entre sus compromisos previos y lo que podría ser más conveniente para el país, así como para una de sus regiones más desfavorecidas.
Un giro inesperado en la política comercial
La administración de Donald Trump ha mostrado un desdén por la verdad, incluso cuando se trata de hechos históricos. Ayer, anunció la suspensión de las negociaciones comerciales con Canadá tras un controversial anuncio del Gobierno de Ontario, que rescataba un discurso de Ronald Reagan de 1987. En este discurso, Reagan abogaba por el libre comercio y contra los aranceles, lo que claramente incomodó a Trump, quien calificó el video de fraudulento, a pesar de que su contenido es conocido y equilibra con otros discursos de la época.
Las palabras de Reagan, un ícono del conservadurismo estadounidense, son reveladoras: advertía sobre los peligros de ceder a los demagogos que podrían incitar a guerras comerciales, debilitando así no solo la economía nacional, sino también la seguridad del mundo libre.
Reflexiones sobre la nueva era laboral
Se ha hablado extensamente sobre cómo los jóvenes han cambiado su relación con el trabajo, rechazando prolongar su permanencia en las empresas y priorizando la conciliación de la vida personal y laboral. Sin embargo, este diagnóstico puede ser erróneo. Muchos trabajadores eligen renunciar a la ambición de ascender, confrontados primero con un tapón generacional y luego con la percepción de que obtener un ascenso ya no garantiza una vida mejor. Este concepto de «vida mejor» se ha transformado; ya no se trata solo de alcanzar cargos altos, sino también de poder vivir de manera independiente. Si las cuentas no cierran, la pregunta que se hacen es: ¿realmente vale la pena el esfuerzo? La solución podría estar en las manos de las empresas, que necesitan adaptarse a esta nueva realidad laboral.
