La icónica actriz estadounidense Diane Keaton, nacida en Los Ángeles en 1946, ha fallecido a los 79 años. La triste noticia fue compartida por un portavoz familiar y rápidamente resonó en los medios, incluyendo la Revista Emprendimiento, que recibió un comunicado pidiendo privacidad y respeto en este difícil momento. Keaton, reconocida como una de las grandes estrellas de Hollywood, alcanzó la fama mundial con su papel en El Padrino y dejó una huella indeleble en el cine con su actuación en Annie Hall, un papel que le otorgó el Oscar a la mejor actriz. A lo largo de su carrera, acumuló dos Globos de Oro y un premio Bafta.
Desde que su singular estilo andrógino y excéntrico brilló por primera vez en el escenario hace más de 50 años, su influencia ha sido innegable. Keaton encarnó una independencia femenina que desafiaba los estereotipos tradicionales de las mujeres en Hollywood. Su estética, que rompía con lo convencional, se caracterizaba por pantalones anchos, chalecos, sombreros y corbatas. Siempre fue una figura auténtica y no dudó en oponerse a la cirugía estética, promoviendo la naturalidad y la excentricidad como partes esenciales de su identidad.
Una carrera cinematográfica excepcional
Durante su rica y versátil carrera, Diane trabajó con algunos de los más importantes directores de Hollywood, como Woody Allen, Francis Ford Coppola y Nancy Meyers. Con cuatro nominaciones al Oscar, su legado incluye clásicos como Manhattan (1979), Rojos, Cuando menos te lo esperas…, El padre de la novia, La habitación de Marvin y El club de las primeras esposas. Sin embargo, su impacto fue más allá de actuar: también se destacó como directora, productora, escritora y un verdadero ícono de la moda.
Originalmente conocida como Diane Hall, la musa de Woody Allen inició su formación actuando en una universidad antes de mudarse a Nueva York para perseguir su sueño. Adoptó el apellido de soltera de su madre, Keaton, como su nombre artístico. Su carrera despegó en Broadway, donde debutó en el musical Hair en 1968. Durante su trayecto, enfrentó desafíos personales, como el desarrollo de bulimia tras recibir presiones sobre su imagen, una lucha que más tarde compartió públicamente. Un año después, su participación en Sueños de un seductor catapultó su carrera y estableció una relación creativa con Allen.
Un legado perdurable
La colaboración entre ambos dio lugar a algunas de las comedias más memorables, como El dormilón (1973), La última noche de Boris Grushenko (1975), Annie Hall (1977), Manhattan (1980) y Días de radio (1987). Al llegar a los años noventa, Keaton se afianzó como una de las actrices más versátiles, protagonizando cintas como El club de las primeras esposas (1996), La habitación de Marvin (1996) y Cuando menos te lo esperas… (2003), lo que le valió otra nominación al Oscar. Con el tiempo, además de sus proyectos cinematográficos, se aventuró en el mundo de la escritura, la restauración de casas y la decoración de interiores.
A pesar de su fama, mantuvo su vida personal alejada del escrutinio público, aunque sus romances con figuras como Al Pacino y Warren Beatty fueron ampliamente cubiertos. Fiel a su esencia independiente, Diane nunca contrajo matrimonio, permaneciendo fiel a sus principios y su forma de ver el mundo. Sin embargo, la maternidad fue esencial en su vida, adoptando a dos hijos, Dexter y Duke.
Diane Keaton ha quedado grabada en la historia como una de las primeras esposas de Hollywood. Una personalidad excéntrica y profunda que desafió los cánones establecidos, encarnando mujeres sinceras e independientes. Su legado perdurará y seguirá siendo una fuente de inspiración para futuras generaciones, tanto en la gran pantalla como en las páginas de las tendencias de estilo, donde su influencia se mantendrá viva.