Un virus se está propagando en España: el provincianismo en la gestión de los presupuestos. Mientras se debate el presupuesto para 2026, el país parece atrapado en una burbuja de desconexión. Los ecos de la inestabilidad en Francia, con sus ocho primeros ministros en solo ocho años, nos deben servir de advertencia sobre las repercusiones de malas decisiones financieras. En Europa, esto no es un fenómeno aislado; Alemania y países como los Países Bajos y Bélgica también han sucumbido a crisis presupuestarias que los han llevado al caos.
### El caos presupuestario en EE.UU.
Estados Unidos enfrenta un lacerante problema similar. Desde 1997, su presupuesto federal no ha sido aprobado en su totalidad y se ha manejado mediante parches anuales. Es un rompecabezas incómodo, pero que, de alguna manera, logra mantenerse a flote.
La Constitución española, que estipula que “el Gobierno deberá presentar ante el Congreso” los presupuestos del Estado, debería ser nuestra brújula. Esta normativa no solo fija objetivos económicos, sino que también permite un control ciudadano esencial. Sin embargo, la ley no asegura que los presupuestos, una vez presentados, sean aprobados. En caso de que no lo sean, la responsabilidad es compartida entre todos.
### La necesidad de reinventar el carácter anual de los presupuestos
Otro desafío radica en que la Constitución exige que los presupuestos tengan “carácter anual”, una exigencia que ha quedado obsoleta en un mundo donde las coaliciones son frágiles y los retos económicos son monumentales. Aprendamos de la historia reciente de Europa. Tras la crisis petrolera de 1979, la Comunidad Económica Europea vivió momentos extremadamente difíciles, con altos déficits y recortes que terminaron afectando a sus miembros más vulnerables por decisiones erróneas que se tomarían años después.
Los ingresos ya no logran cubrir esos gastos automatizados; factores como pedidos inaplazables de reformas y la necesidad de políticas de cohesión han dejado cicatrices en el sistema. Sin embargo, desde 1985 se empezó a rediseñar el marco financiero europeo, implementando un sistema más flexible y eficaz que se ha adaptado a las circunstancias cambiantes.
### Un modelo que invita al consenso
Aunque la situación actual no es exactamente la misma, ofrece lecciones inspiradoras para elaborar acuerdos que prioricen la inversión pública. Esta debe ser el foco de atención, pues su naturaleza exige una planificación a largo plazo.
Esta semana, durante una sesión del Cercle d’Economia en Barcelona, esta nueva perspectiva fue bien recibida. Figuras de diferentes ideologías, como el socialista disidente Jordi Sevilla y el destacado referente del PP, Alberto Nadal, mostraron su apoyo a la propuesta de reformar la Ley de Estabilidad, sin necesidad de tocar la Constitución. La presidenta de la Airef, Cristina Herrero, también mostró interés en esta idea, destacando que la incluirá en el próximo documento de su entidad. ¡Un avance significativo!
El provincianismo presupuestario nos impide avanzar. Es momento de cuestionar, innovar y construir un futuro económico que beneficie a todos.
