Stéphane Séjourné, vicepresidente de la Comisión Europea de Prosperidad y Estrategia Industrial, ha comunicado a través de sus redes sociales: «Para proteger nuestro acero y nuestros empleos, proponemos reducir a la mitad la cuota de acero importado y aumentar los aranceles del 25% al 50% sobre los excedentes».
Este anuncio, aprobado por el Colegio de Comisarios, aún requiere de negociaciones con el Consejo y la Eurocámara para finalizar su implementación. La expectativa es que esta medida sustituya la actual salvaguarda, que vence en junio del próximo año.
Según estimaciones de los servicios comunitarios, la salvaguarda provisional vigente ha permitido a la UE aplicar un arancel del 25% al acero importado, logrando disminuir su entrada en un 15% desde abril. Sin embargo, estas medidas resultan insuficientes para la industria, ya que la salvaguarda dejará de existir el próximo verano.
Con la propuesta actual, la Comisión Europea busca instaurar una salvaguarda permanente con aranceles más altos, permitiendo un gravamen del 50% sobre las importaciones que superen los límites establecidos. Además, se busca reducir a la mitad la cuota de importación que permite el ingreso sin impuestos.
El objetivo es equiparar la carga sobre las importaciones al nivel que ya aplican países como Estados Unidos y Canadá a las producciones chinas. Entre los principales proveedores de acero para la UE se encuentran China, Turquía, India, Corea, Vietnam, Japón, el Reino Unido y Ucrania.
En su reciente intervención ante la comisión mixta para la UE del Congreso y el Senado en España, Séjourné advirtió que la competitividad del acero en Europa enfrenta desafíos significativos. «A nivel global competimos en un mercado totalmente libre, donde China puede ofrecer acero a precios que oscilan entre 200 y 300 euros por tonelada debido a subsidios estatales, mientras que en Europa el precio alcanza 500 o 600 euros», comentó.
El vicepresidente también subrayó que el acero representa una parte esencial de la soberanía nacional, justificando medidas proteccionistas porque «sin acero» otras industrias cruciales, como la automotriz y la defensa, no podrían operar eficazmente.